La actitud de trabajar y esperar expresa el modo en que se afronta la existencia en momentos de crisis e incertidumbre. Los ciudadanos ven que ya no se encuentran ante una encrucijada
–elegir el mejor entre varios caminos–, sino que se enfrentan a dilemas y opciones conflictivas que acabarán teniendo consecuencias negativas. Pongamos algunos ejemplos: observar cómo, sin expresarlo de forma abierta, la Unión Europea plantea a sus ciudadanos el dilema entre aceptar una paz injusta para Ucrania, con el fin de evitar un conflicto armado, o combatir militarmente a Rusia para defender a Ucrania y los valores europeos. O cómo se formula que tal vez ha llegado el momento de elegir entre el liderazgo populista, aislacionista pero democrático, de Donald Trump, o el de Xi Jinping, presidente de la República Popular China, un Estado socialista que se autodefine como dictadura democrática popular.
Otros dilemas que se presentan es decantarse entre favorecer la implantación de la IA en las empresas para reducir la jornada laboral o evitar que la IA acabe desarrollando las tareas humanas y deje a las personas sin trabajo. Ante tantos dilemas, dudas y peligros inminentes que afrontar, el ciudadano trabaja y espera.
El ciudadano presiente que se está agotando la capacidad de juzgar la situación de forma realista desde la política
El breve plazo no asusta a nadie; sin embargo, ningún ciudadano quiere que lleguen los futuros próximos dos años. El ciudadano solo aspira a trabajar y esperar con el anhelo de que esa espera nunca acabe. El ciudadano que trabaja y espera presiente que se está agotando la capacidad de juzgar la situación de forma realista desde la política. Ha llegado a la conclusión de que debe esperar a ver qué ocurre, con la certeza de que quienes pueden decidir ya no están en condiciones de hacerlo. Mientras espera, observa con escepticismo y preocupación cómo se quiere aumentar el presupuesto militar para su seguridad, mantener al fiscal general del Estado para garantizar el buen funcionamiento de la justicia y evitar rendir cuentas por la mala gestión de los incendios y de la dana.
Mientras trabaja, el ciudadano no piensa en nada de lo anterior, pues se dedica a contribuir con su esfuerzo a sustentar a la familia, a vivir con modestia y a practicar un particular carpe diem. A lo largo de la historia se ha asistido a periodos similares, en los que hombres y mujeres se refugiaban en el trabajo y la espera sin reaccionar ante los dilemas a los que habían sido abocados por la falta de lucidez política.
La diferencia es que ahora quienes se refugian en su trabajo y esperan son también los políticos, que deberían actuar para eliminar estos falsos dilemas que benefician a unos pocos.
