‘Make America Hate Again’

En un estadio abarrotado para homenajear al activista conservador Charlie Kirk –un espectáculo con aire de gala televisiva, mitad mitin político, mitad culto religioso–, Donald Trump se acerca al atril, entre crucifijos y cañones de pirotecnia. Raza, credo y voto en un mismo pelotón. El presidente nunca defrauda con un micrófono delante. A diferencia de su primer mandato, ahora se siente autorizado a decir lo que le plazca: la maquinaria estatal trabaja a su favor y todos le aplauden. Ante un público compungido que reza y eleva las manos al cielo, confiesa: “Odio a mi oponente…”. Quién sabe si imagina ya, con ese lema, una nueva remesa de gorras rojas a 55 dólares en la Trump Store. “Y no le deseo nada bueno”, remata. Risas entre su auditorio cristiano, aunque le dé una patada a Mateo 5:44 y su “amad a vuestros enemigos”.

U.S. President Donald Trump takes the stage to speak at a memorial service for slain conservative commentator Charlie Kirk at State Farm Stadium in Glendale, Arizona, U.S., September 21, 2025.  REUTERS/Brian Snyder

  

/Brian Snyder / Reuters

La bilis es el sello político de la Casa Blanca, una paz perpetua invertida. El odio funciona como espectáculo y como mercancía. No brota de la nada: se construyen relatos que convierten al adversario en amenaza existencial. Y los enemigos se fabrican en serie: inmigrantes como parásitos, ecologistas como saboteadores de la prosperidad, rivales políticos como traidores a la patria.

El odio es más rápido que la razón, más pegadizo que el argumento, más rentable que el diálogo

Y funciona. El odio es más rápido que la razón, más pegadizo que el argumento, más rentable que el diálogo: algo que saben bien los imitadores MAGA a este lado del Atlántico. No busca reparación, sino aniquilar. En tiempos de polarización, esta pasión fría se mide en clics, votos y donaciones. No busca consensos, sino resonancias afectivas. El juicio moral ya no apela a principios universales, sino a preferencias y emociones. Trump encarna la deriva del emotivismo hasta la caricatura.

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Marta Rebón
Displaced Palestinians, fleeing northern Gaza due to an Israeli military operation, move southward after Israeli forces ordered residents of Gaza City to evacuate to the south, in the central Gaza Strip, September 18, 2025. REUTERS/Dawoud Abu Alkas

Poco después, en la sede de las Naciones Unidas, arremetió contra Europa, acusó a la inmigración de destruir las culturas nacionales, abominó de las políticas verdes y calificó a ese foro de fuerza global ineficaz, corrupta y perniciosa. Todo lo que huela a cooperación multilateral le repugna.

Ese mismo día odió al responsable de que la escalera mecánica se detuviera cuando le tocaba subir y al técnico del teleprompter que lo dejó sin texto. Recemos por ellos.

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