Historia de amor entre accionista del BBVA y del Sabadell

CONFUSIÓN VITAL

Me gustaría saber lo que se ha gastado en publicidad el BBVA para intentar convencer a los accionistas del Banc Sabadell de que se vendan sus acciones. Perdón, que ya no se dice banco, que queda mal, se dice el Sabadell, el BBVA, el Santander, como si fuesen equipos de fútbol. También me gustaría saber lo que se ha gastado el Sabadell para convencer a sus accionistas de que no vendan sus acciones. Los anuncios de una y otra entidad bombardean teles, diarios, webs, radios, podcasts, marquesinas, y no descarto que en estos últimos días recurran al buzoneo, al reparto de flyers a la salida del metro, a un coche con megafonía por las calles de Sant Gervasi, o al puerta a puerta, como si fuesen testigos de Jehová.

Por cierto, ¿qué ha sido de los testigos de Jehová que venían a llamar al timbre de casa a horas intempestivas? Fueron los inventores de la portabilidad religiosa. ¿Se habrán reciclado como teleoperadores, con ese don para llamar a la hora más inoportuna y ofrecerte una nueva fe cambiando de compañía telefónica, de compañía de gas o comprándote las acciones del Sabadell?

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Martín Tognola

Lo más fuerte es que todos estos anuncios del BBVA y del Sabadell van dirigidos a tan solo 200.000 personas, que es el número aproximado de pequeños accionistas del Sabadell, en un país de casi 50 millones de habitantes. Si hiciésemos un cálculo de lo que se está gastando en publicidad cada entidad financiera por accionista, nos saldría una burrada. A los mandamases de ambas entidades les hubiese salido más barato  invitarlos uno por uno al Botafumeiro. Y hasta hubiese sido más eficaz.

La opa se llama hostil, pero los dirigentes están llevando con una enorme elegancia las hostilidades

Como trabajador de una tele y un diario donde se ha hecho parte de ese gasto publicitario, tampoco me quejaré, a ver si van a retirar la campaña y nos va a costar cobrar el mes, que ya estamos a 27. Tampoco nos preocupemos en exceso por el gasto realizado. El BBVA obtuvo un beneficio neto de 4.994 millones de euros en el 2024, un 29% más, mientras el Sabadell, 1.827 millones de euros y un aumento del 37%. Las cifras las he sacado de Google. Igual no son exactas, pero resulta obsceno hablar de esos miles de millones de beneficios en un momento como este, en el que alquilar o comprar un piso para vivir es una odisea, siendo la banca un actor principal de ese ne­gocio.

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Eso sí, hay que reconocerles lo civilizados que son tanto los responsables de uno como de otro banco, perdón, entidad financiera. La opa se llama hostil. Pero los dirigentes están llevando con una enorme elegancia las hostilidades. No hay un “bájate a la calle y nos vemos las caras” o “esto en mi barrio es pelea”. Qué ordinariez. Aquí se van lanzando mensajitos por los medios, o en spots televisivos carísimos, pero ni una palabra más alta que la otra. Ni un boicot. Ni tan siquiera un triste cajero ardiendo. Por no haber no ha habido ni una kiss cam en un concierto de Coldplay que haya pillado a un directivo del BBVA abrazando por la espalda a una directiva del Sabadell. Ojo lo que ha dado de sí esa supuesta infidelidad televisada en un concierto en Boston. Ojo al grado que están llegando los guardianes de la moral y la turba que les sigue.

Vivimos en un país que necesita dicotomías para tener algo por lo que pelearnos a diario. Barça-Madrid. PP-PSOE. Sánchez-Netanyahu. Ayuso-Felipe VI. Flotilla-Israel. Fiscal general-juez Hurtado. Begoña Gómez-juez Peinado. Rufián-Nogueras. Junts-Orriols. Barça-Ajuntament. Flick-De la Fuente. Telenotícies antiguos-Telenotícies modernos. BBVA-Sabadell. Esa es ahora la cuestión, con un hecho diferencial. Qué bien se pelean los ricos. Al menos de cara a la galería.

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