Los voceros ultras, cuya función consiste en radicalizar la opinión pública, maldicen en contra del Rey porque ha dejado de ser uno de los suyos. El discurso de Felipe VI en la ONU, pidiendo el fin de la masacre en Gaza, ha dividido a una derecha tiquismiquis con la semántica, parte de la cual se niega aún a hablar de genocidio. Los indignados ante la coherencia de Felipe VI, un rey demócrata y católico, se arrancan las barbas por su contundencia. Que si el Rey es rojo, y un traidor; que si ha sido abducido por Sánchez; que si provocará la ira de Israel… tanto que ahora para algunos es “Felpudo VI”. Una infantilidad propia de un populismo cada vez más grotesco.
La guerra física, el dolor y la muerte arrasan con cualquier ideología. Y Gaza es hoy una postal de la inhumanidad en el siglo XXI. Un estrepitoso fracaso del orden internacional que cronificó el conflicto de Oriente Medio, trémulo y latente, sobre las cuerdas del trapecio, hasta que estalló.
Nos sentimos cobardes si evitamos mirar las imágenes de los niños muriendo de hambre, sus cuerpos desvanecidos sobre un manto de escombros. Ese vivir muriendo. Pero se nos nubla la vista ante el vídeo de los hermanos Jadoua y Khaled corriendo despavoridos, el mayor cargando al pequeño, hasta alcanzar una zona algo más segura y reencontrarse con su padre. Había más coraje que desesperación, pero la pena se desangraba.
Felipe VI ha demostrado que su mensaje se halla en las antípodas de los de Milei, Trump o Putin
Felipe VI ha demostrado que su mensaje se halla en las antípodas de los de Milei, Trump o Putin, alineándose con el de la ONU. También que todavía existe la decencia institucional, lejos de quienes se escudan en la ideología para mirar a otro lado y envenenan sus teorías con delirios fake. Y, en cambio, está cerca del Madrid que salió a la calle resultando tremendamente molesto para turistas vip.
Un Rey que sigue siendo el mejor embajador global de España, consciente de que hay que detener el exterminio palestino. Porque esta no es una guerra contra los terroristas de Hamas, sino un intento de destrucción total de un grupo “mediante el asesinato o el sometimiento intencional a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial”. Es parte de la definición de genocidio, acuñada por Raphael Lemkin, un jurista judío. Crimen de crímenes, la aberración de los derechos humanos, que esos milhombrecillos y las milmujercitas ofendidos siguen negando.
