Siempre me impresionó el ritual del día del presupuesto en la política británica. El día del budget salía el ministro de Hacienda desde el 11 de Downing Street para dar un paseo por el gran jardín detrás de aquella angosta calle.
A media tarde aparecía exhibiendo un aviejado maletín, que contenía la versión impresa del discurso de los presupuestos que leería en la Cámara de los Comunes. Era y es el día más importante de la política británica. Los comercios de barrio son más frecuentados para ahorrarse unos peniques en dos botellas de vino, que seguro que serían más caras después de que el ministro consiguiera aprobar las cuentas públicas.
El último presupuesto se presentó el 30 de octubre del 2024, cuatro meses después de que Keir Starmer fuera primer ministro, y el Gobierno anunció que el próximo budget se debatiría en el Parlamento el 26 de noviembre del 2025. Ya se verá.
En los sistemas parlamentarios no se conciben gobiernos sin presupuestos aprobados por el poder legislativo. Se trata de establecer cuánto se prevé gastar en áreas como salud, educación, infraestructuras, defensa y demás partidas. También cómo se van a obtener los ingresos vía impuestos o medios paralelos. Se incluyen los pronósticos oficiales sobre el crecimiento, la inflación, el desempleo y, en definitiva, se marca la dirección económica y política del Gobierno para el año siguiente.
Gobernar sin la aprobación de las cuentas no es una anomalía sino un fraude
Si no hay acuerdo parlamentario sobre las cuentas públicas, se puede llegar a cortar la financiación gubernamental y el estancamiento del gasto, lo que puede afectar a servicios esenciales y promover despidos masivos. Ocurrió en EE.UU. la noche del martes, sin que el expeditivo Donald Trump pudiera frenar la paralización del gasto público nacional.
Gobernar sin presupuestos es algo más que una anomalía. Es un fraude democrático, porque entrega a los gobiernos la facultad de administrar las cuentas públicas al margen del control parlamentario.
Pedro Sánchez y Salvador Illa gobiernan con presupuestos prorrogados. Lo mismo ocurre en las comunidades gobernadas por el PP en Aragón, Baleares, Extremadura, Murcia y Castilla y León. Continuar con estas prácticas es una manera de pervertir el sistema político. O hay presupuestos o se convocan nuevas elecciones.
