El Parlament de Catalunya celebra hoy su debate de política general... No se me vayan aún. Sigan leyendo, por favor. El mismo día en el que Francia ahonda su crisis política con la dimisión de su primer ministro, Sébastien Lecornu, y se inician las conversaciones de paz entre Israel y Hamas, puede resultar sorprendente que pongamos el interés en lo que sucede en el hemiciclo del palacio de la Ciutadella. La realidad es que Catalunya mueve este año un presupuesto con un techo de gasto no financiero de 37.783 millones de euros y las decisiones que toma el Govern sobre este dinero y cómo se ejecuta tienen mucha incidencia en la vida de todos los catalanes. Es serio y aconsejable que el debate que vamos a vivir durante tres días tenga la trascendencia que se merece, en unos momentos en los que parece que la antipolítica se impone.

Salvador Illa, en el debate de política general de 2024
Este tipo de debates despertaban mayor expectación incluso en las épocas de mayorías absolutas de Jordi Pujol y después fueron declinando su atractivo con el paso del tiempo hasta volver a captar el interés informativo con la explosión del procés. Con Salvador Illa al frente de la Generalitat, puede haber la tendencia de confundir la pacificación política que existe hoy en Catalunya con el puro desinterés. Nada más lejos de la realidad. El president debe explicar hoy bien su hoja de ruta y los grupos de la oposición tendrán mañana oportunidad de replicarlo y proponer sus propias alternativas.
Los problemas que tiene Catalunya están bien identificados y los conocemos todos. Lo que no sabemos es cómo se abordarán para ser resueltos en el tiempo más corto posible. El Govern de Illa se ha caracterizado por anunciar muchos proyectos e iniciativas de todo tipo, pero muchos siguen en fases embrionarias. Es posible que hoy se anuncien otros nuevos que se sumen a los anteriores, pero el problema de fondo es la capacidad de este gobierno para llevarlos a cabo. El Ejecutivo de Illa es débil, con solo 42 diputados, y enfrente tiene a muchos grupos que piensan más en cómo desgastarlo que en contribuir a la mejora del país. Durante tres días tenemos la posibilidad de escucharlos a todos y sacar nuestras propias conclusiones. No vivamos de espaldas a este debate y seamos conscientes de que lo que aquí se decide tiene consecuencias para todos. Muchas más de las que nos imaginamos.