Maria Branyas Morera falleció a los 117 años mientras dormía, “tranquila y sin dolor”, como casi todo el mundo querría hacerlo. El doctor Manel Esteller, una autoridad en longevidad, estudió a Maria para saber cómo había llegado tan lejos. De lo que descubrió, el dato más llamativo fue que se tomaba tres yogures al día.
Los poderosos y los más ricos siempre se han obsesionado con vencer a la muerte. Si ponen y quitan gobiernos, si declaran guerras e invaden países, si pueden comprarlo todo, ¿por qué no van a poder con la muerte? El regreso de los hombres duros a la política internacional, la proliferación de mega millonarios y la fe en la inteligencia artificial en una sociedad envejecida explican ese interés por la longevidad.
El 3 de septiembre, después de un desfile en la plaza de Tiananmen, el micrófono sorprendió a Vladimir Putin diciéndole a Xi Jinping que “los órganos humanos pueden ser trasplantados constantemente, hasta el punto de que las personas pueden volverse más jóvenes, quizás incluso inmortales”. Pese a lo que dijo el ruso, los expertos en trasplantes son, de momento, bastante menos optimistas.
David Bowie y Catherine Deneuve en 'El Ansia', vampirismo glam
El terreno en el que más ha arraigado la fiebre por el rejuvenecimiento es Silicon Valley. En Mountainhead, película que retrata ese universo, uno de los protagonistas (Steve Carell, trasunto de Peter Thiel), recibe un diagnóstico de cáncer avanzado y reprocha a los médicos su impotencia (“¿cómo no sabéis arreglar un interruptor que falla en mi cuerpo?”). Carell le pide a su amigo Sam Altman que le deje entrar en un ensayo para implantarle chips cerebrales controlados por inteligencia artificial y escapar así a su condena. “Serás el primero en entrar” le tranquiliza el otro.
Trasplantes, terapias génicas, interfaces cerebro-computadora. Ninguna de estas técnicas tiene el atractivo de la sangre, la convicción de que la sangre joven aplaza el envejecimiento o lo revierte. La creencia viene de lejos, está en la leyenda de los vampiros y sobrevive en las transfusiones.
Bryan Johnson es un emprendedor que se ha hecho famoso en Netflix con el documental, No te mueras, el hombre que quiere vivir para siempre. Le gusta “optimizar” su cuerpo con restricciones calóricas, ayunos y un exhaustivo control de sus constantes vitales. Johnson recibía transfusiones de plasma de su hijo. Pero lo dejó y ahora consume periódicamente albúmina (la proteína del plasma). Con ese método, Johnson dice haberle robado ya unos meses de vida a su tiempo oficial. Pero, francamente, si uno se lo mira de cerca, tiene la impresión de que no llegará a los 117 años de Maria Branyas. Lo que no hacen tres yogures...
