Cualquier frase célebre se puede atribuir a Winston Churchill, Josep Pla o Victor Hugo. Hablaron tanto, además de escribir mucho, que es imposible comprobar si son los autores de una expresión muy divulgada. Se dice que Churchill respondió a la pregunta de qué pensaba de los franceses con la ocurrencia de que no podía opinar porque no los conocía a todos.
Verdadera o falsa, se puede aplicar a todos los pueblos. A los norteamericanos, rusos, ucranianos, ingleses, israelíes, argentinos, polacos o armenios. Otra cosa es la percepción que se tiene de ellos en función de las políticas de sus gobiernos y teniendo en cuenta la manera en que socialmente tratan a las gentes de otros países.
Tanto en Estados Unidos como en Israel hay movimientos de oposición democrática
La complicidad y buen rollo entre los alemanes y franceses de hoy no tiene nada que ver con el odio mutuo acumulado por los dos pueblos tras las dos guerras mundiales. Georges Bidault fue jefe de la resistencia y más tarde ministro de Exteriores de Francia. Al terminar la guerra se dirigió a un grupo de soldados alemanes vencidos y prisioneros para decirles: “Soy el jefe de la resistencia francesa. He venido para desearles un rápido restablecimiento. Ojalá se encuentren ustedes pronto en una Alemania libre y en una Europa libre”.
He vivido y he visitado con frecuencia Estados Unidos. He viajado a Israel una veintena de veces. En los dos sitios he encontrado personas respetables que no responden al talante abrupto de Trump o al belicismo desproporcionado de Netanyahu. Tanto en la sociedad norteamericana como en la hebrea hay fuertes corrientes internas que desaprueban la actuación de estos dos personajes, que ponen por delante la fuerza al talento.
El poder blando norteamericano ha sido más potente que su hegemonía militar. Lo mismo cabe decir del saber científico y las innovaciones de la sociedad israelí.
El hecho de que India y China envíen muchos menos estudiantes a las universidades norteamericanas y que Trump esté en guerra abierta con Harvard son síntomas de inseguridad y repliegue de un país que parece querer abandonar el liderazgo occidental. Quiero pensar que son fenómenos pasajeros que se corregirán en las urnas.
