Ken Liu es un escritor estadounidense, aunque nacido en China, que resulta un maestro de los relatos cortos. En uno de ellos dice que la amenaza es como una promesa: si uno no la cumple, pierde el respeto de su gente. La amenaza es demasiado a menudo un mal recurso, porque debilita más que fortalece a quien la renueva para que el amenazado se mueva. Sobre todo cuando el cumplimiento de la amenaza puede resultar el peor de los negocios de quien la pronuncia.
Mònica Sales, de Junts, en el debate de Política General en el Parlament
En la sesión de política general del Parlament se ha puesto de manifiesto la distancia creciente entre PSC y Junts, que contrastaba con el acercamiento a ERC. E igualmente se vio como los dirigentes de Junts han intentado combatir su irrelevancia con la amenaza de hacer caer a Pedro Sánchez. Su portavoz, Mònica Sales, advirtió, con pretendida solemnidad, mirando a los socialistas: “Su voto tendrá consecuencias, están avisados desde hace días”. No deja de ser curioso que en la Cámara catalana se amenace a alguien que no se sienta en su hemiciclo. Junts cuenta con siete diputados en Madrid, que son quienes están en condiciones de apretar al Gobierno de Sánchez. En cualquier caso, ¿Junts ganaría algo rompiendo con Sánchez?
Junts ha repetido sus amenazas de romper con Sánchez en el Parlament
No pareció que estas amenazas les hicieran temblar las piernas a los socialistas, a la vista de que el PSC tumbó 17 propuestas de Junts, algunas tan fuera del tiempo como la negociación de un nuevo referéndum de autodeterminación o el reconocimiento de la declaración de la independencia fallida. En cambio, los socialistas facilitaron la mayoría para la aplicación de la ley de Amnistía, la oficialidad del catalán en la UE o la denuncia del lawfare del poder judicial al independentismo.
Puigdemont fue el primero en ponerle presión al Gobierno, pero también a sí mismo cuando proclamó hace unos días que su paciencia estaba al límite. En el Parlament, Junts quiso señalar a Salvador Illa como hipotético culpable de una ruptura. Pero en Waterloo saben que apretar el botón rojo sería un desastre, también para ellos. No solo porque Sánchez es el presidente preferido por los catalanes según todas las encuestas, sino porque con el PP en la Moncloa sería mucho más difícil el retorno de Puigdemont.
