La pasada noche me fui a dormir sin saber cómo acababa el partido entre el Sabadell y el Bilbao Vizcaya, que parece una eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Leí que a la medianoche del viernes al sábado acababa el plazo para que los accionistas tomasen la decisión. Pero ahora resulta que hasta el viernes que viene no conoceremos los resultados. Vivo sin vivir en mí. Este ha sido sin duda el derbi más agradecido por la prensa española, que ha visto como ambos bancos regaban de publicidad páginas de diarios y pausas de teles y radios. Gracias por este gasto. Qué sobrados tienen que ir, señores de la banca, para semejante derroche de amor, para tanta locura. Cuando ahora me cobren comisiones por sacar dinero de un cajero que no es el mío, seré feliz. Alguien tendrá que pagar la fiesta. Solo me ha faltado la composición de un himno, como si fuese la Champions. “¿Y tú de quién eres, del Sabadell o del BBVA?”, dirían los No me Pises que Llevo Chanclas, en este caso, los No me Pises que Llevo Náuticos.
Por suerte, ya sabemos quién se ha llevado el premio Nobel de la Paz de este año. Se ve que había más de 300 candidatos, para que luego digan que el mundo está mal. La mayoría de estos candidatos han sido discretos: el Nobel te lo dan porque otros lo piden por ti, o al menos eso hacen ver. Seguro que también presionan al jurado, pero de forma disimulada. Trump, no. Trump va de cara: “No entenderé si no me lo dan”. La modestia no va con él. Es un tipo increíble. Él piensa que constantemente dice genialidades. El jueves habló de que habría que echar a España de la OTAN. Si él supiese la que montamos para entrar… Yo le daría el Nobel. ¿De la Paz? Por qué no. Psicología inversa. Este hombre necesita cariño.
El signo de los tiempos: lo friki que nos hacía reír ha pasado a influir
La semana ha sido buena en cuanto a frases que la política española nos regala. En el podio está “Ánimo, Alberto”, de Pedro Sánchez, y “Váyanse a otro lado a abortar”, de Isabel Díaz Ayuso. Las dos van a hacerle pupa a la misma persona, a Núñez Feijóo. No sé cómo se lo monta don Alberto para dar siempre esa sensación de que le quedan dos telediarios. Cuando, si no hay una hecatombe, será el próximo presidente del gobierno. Para su desgracia, nadie descarta la hecatombe. En los cenáculos de Madrid hay nervios. El PP no despega en las encuestas, Vox dicen que sube. ¿Para qué queremos a Vox si ya tenemos a Ayuso?
El candidato moderado que estaba construyendo la derecha española más centrista tampoco ha tenido una buena semana. Moreno Bonilla, el presidente andaluz, conocido por sus paisanos como Juanma, se ha metido en un buen lío con uno de los escándalos más escalofriantes de los últimos tiempos. No se trata de un caso de corrupción al uso: alguien que se ha llevado dinero público. No. Mujeres con cáncer de mama que no supieron que lo tenían por una negligencia de la administración pública. A ver qué político sale vivo de eso.
A todo esto, Mazón sin dimitir. Y encima este finde no hay Liga porque juega la selección. Uno de los mejores jugadores de la roja, Marcos Llorente, ha dado una entrevista seria en la radio de los obispos, y ha hablado de conspiraciones. Hace años esas declaraciones las podría haber hecho Carlos Jesús, el de Raticulín. Aparecía en un programa de humor de Alfonso Arús. Y todos nos reíamos con sus cosas. También había burla. Era friki, grotesco. Y nosotros, crueles. Ahora soy Cristofer. Ahora soy Micael. Ese ha sido el cambio de los tiempos: Carlos Jesús, que en paz descanse, tenía cero credibilidad. Ahora habría pasado de hacernos reír a convertirse en un influencer. Carlos Jesús está en todos lados: manda en EE.UU., dirige la Comunidad de Madrid y juega en la selección española. ¿Qué puede salir mal?
