Donald Trump fue ayer el gran protagonista de una jornada calificada de histórica para Oriente Medio. El presidente de Estados Unidos vio colmada su gran victoria diplomática y su ego al lograr primero la imagen de todo el Parlamento de Israel aplaudiéndole y elogiándole, y horas después liderando la foto de familia con una treintena de líderes árabes y occidentales –entre ellos, el presidente Sánchez– que avalaron en el balneario egipcio de Sharm el Sheij su plan de paz para Gaza, aunque por ahora sea solo un plan para una tregua.
La jornada tuvo varios escenarios, pero sobre todos ellos sobrevoló la figura y el papel del líder estadounidense para que se haya llegado a este punto. Su presión sobre las partes en conflicto –Israel y Hamas– hizo ayer posible la esperada liberación de todos los rehenes vivos israelíes, aunque solo la entrega de los cuerpos de otros cuatro, lo que Israel calificó de incumplimiento del acuerdo. Una liberación que supuso un gran suspiro de alivio en todo el país, cerrar uno de los capítulos más dolorosos de su historia y que la primera fase del plan de paz se haya cumplido.
Trump no tuvo ningún reparo en hacer esperar varias horas a los líderes mundiales que le aguardaban en Sharm el Sheij, prolongando su estancia en Israel con un largo discurso en la Kneset lleno de improvisaciones y trufado de frases grandilocuentes y elogios a su equipo negociador. Fue recibido en el Parlamento israelí –antes se reunió con familiares de los rehenes liberados– entre vítores y aplausos y, como se esperaba, Beniamin Netanyahu le rindió pleitesía con todo tipo de elogios por su “liderazgo decisivo”, calificándole como “el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca”. El premier israelí dijo “estar comprometido con esta paz”, pese a que horas antes había declarado que “la guerra no ha terminado”, y afirmó su compromiso de reforzar los acuerdos de Abraham.
Israel colma de elogios a un presidente que recibe el aval a su plan en la cumbre de Sharm el Sheij
En su discurso, interrumpido por dos diputados que fueron expulsados, Trump dejó explícito su apoyo a Israel, insistió en que ha solucionado ocho guerras en ocho meses y que la paz se consigue mediante la fuerza –“las armas trajeron la paz”, dijo–. Anunció el comienzo de una era dorada para Israel y para Oriente Medio, agradeció al mundo árabe y musulmán su papel para reconstruir Gaza, tendió la mano a Irán para negociar, felicitó al ejército israelí “por su gran trabajo” y dijo a Netanyahu que se le recordará “por haber aceptado esto (la paz) y no haber seguido matando”. Y lanzó una clara indirecta a un premier que quería continuar la guerra al afirmar que “Israel ya ha ganado todo lo que se puede ganar por la guerra”.
Recordemos que gran parte de la sociedad israelí ve en Trump, no en Netanyahu, el artífice de que se haya logrado un alto el fuego y que los cautivos hayan vuelto a casa, y acusa al premier de solo haber aceptado bajo la presión de Trump una tregua que podía haber firmado en términos similares hace meses y así haber evitado más sufrimiento, destrucción y muerte.
La cumbre celebrada en Egipto fue copresidida por Trump y el líder egipcio Abdul Fatah al Sisi, quien también regaló los oídos al presidente al afirmar que Trump “es el único capaz de conseguir la paz en Gaza”. El encuentro ha sido una gran escenificación para apuntalar el plan de paz del republicano, que no duda en vanagloriarse de su diplomacia unilateral, ejercida por hombres de negocios. Trump incluso hizo salir al primer ministro de Pakistán para que dijera que su país le ha nominado candidato al Nobel de la Paz.
El republicano anuncia el comienzo de una era dorada para Israel y para Oriente Medio
El plan fue firmado por los mediadores –EE.UU., Egipto, Turquía y Qatar–, pero no fue rubricado ni por Israel, ya que Netanyahu no asistió a la reunión, ni por Hamas, las dos partes enfrentadas. Sí fue avalado por Mahmud Abas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Recordemos que la segunda parte del plan prevé que Hamas entregue las armas –lo que aún no ha hecho– y que Israel se retire del territorio ocupado, lo que tampoco ha ocurrido.
Todo lo acontecido ayer –la liberación de los rehenes, la excarcelación de unos dos mil presos palestinos, el regreso de decenas de miles de gazatíes a lo que fue su hogar, la entrada de ayuda humanitaria a Gaza y la rúbrica del acuerdo de paz– es sin duda motivo de celebración y de esperanza. Pero ello no debe ocultar que quedan pasos muy importantes por dar y que el conflicto sigue estando lleno de dificultades. Y, una vez más, que la segunda parte del plan –sobre la que Trump dijo ayer que ya se ha empezado a negociar– salga adelante dependerá especialmente de que el presidente siga involucrado, mantenga su implicación activa y no opte por desentenderse ahora que ya tiene su foto para la historia y que, según dijo ayer, se centrará “en lo de Rusia”.