Lo ocurrido en Andalucía con 2.000 participantes en el cribado para el diagnóstico precoz del cáncer de mama es muy grave y erosiona la sanidad pública. No avisar a las mujeres cuya mamografía dio un resultado dudoso ni citarlas para otra prueba es una dejación injustificable, de consecuencias terribles para algunas de ellas. Este mal funcionamiento rompe con la confianza en el cribado, origina temores de cuántas veces ocurrirá lo mismo, en cuántas autonomías.
Protesta la semana pasada en Huelva por los problemas con el cribado de cáncer de mama
En España había un consenso para ir acortando las listas de espera del cáncer. Pero casos que van trascendiendo apuntan a que hay un retroceso. Como las esperas hasta el 2027 para pruebas para descartar diagnósticos oncológicos en la Comunidad de Madrid, que en Andalucía lo mismo que con las mamografías pueda haber ocurrido en otros cribados como el de colon...
En vez de cerrar la crisis del cribado del cáncer de mama, PP y PSOE marean la perdiz con el aborto
Durante años se ha apostado por la investigación y la detección y tratamiento precoces, no se puede renunciar a aplicarlo a los pacientes. Hay que dotar presupuestariamente los programas sanitarios como es debido, sobre todo los de riesgo vital. Si el hospital andaluz donde se hacían la mayoría de mamografías se vio sobrepasado, debía informar a la Consejería de Sanidad que no cumplía su tarea. La consejería debe tomar medidas. El relevo de la consejera, tras encima cuestionar a las afectadas, no sirve de borrón y cuenta nueva; habrá que garantizar cribados fiables.
En lugar de cerrar esta crisis, revisar que los cribados funcionen bien y en todas partes, atender a las perjudicadas y tranquilizar las dudas, PSOE y PP se han puesto a marear la perdiz con el aborto, asunto que los conservadores agitan periódicamente para contentar a una bolsa de sus votantes –y progresistas que confían en pescar votos, piensen que en EE.UU. el derecho empeoró mucho y no impidió que ganara Donald Trump–.
Excusándose en la supuesta protección de las mujeres de sí mismas o en la protección de los médicos que no quieren hacer abortos (sea por objeción ideológica o para ahorrarse una intervención poco valorada), acaban siempre perjudicadas las mujeres que deben penar y peregrinar para interrumpir el embarazo en un centro sanitario que no es el suyo habitual, a donde les dejen Isabel Díaz Ayuso y sus correligionarios, lo que contribuye a culpabilizarlas y a mantener vivo el estigma sobre el aborto.
