El Senado como trinchera

FUTUROS IMPERFECTOS

El Senado como trinchera
Consejero editorial

El filósofo Michel Foucault invirtió la frase del general Carl von Clausewitz de que la guerra es la continuación de la política por otros medios y proclamó que, en realidad, la política es la continuación de la guerra por otros medios. En las democracias, la política se está convirtiendo en una batalla de trincheras, donde es imposible conseguir un acuerdo o alcanzar un consenso con la oposición. Si Groucho Marx gritó en la película Sopa de Ganso : “¡Es la guerra!”, tras un intercambio diplomático con el embajador de Sylvania, una revisión del film podría sustituir la exclamación por “¡Es la política!”, a la vista de la hostilidad con que se ejerce esta ciencia inexacta.

Pie?Caption (Pie) del objeto multimedia. También es agregado a la cabecera del objeto, junto con el Título. MADRID, 16/10/2025.- El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante el pleno del Congreso que se celebra este jueves en Madrid. EFE/ Zipi Aragon

 

EFE/ Zipi Aragon

El PP ha decidido convertir el Senado en su trinchera. Allí tiene mayoría absoluta y controla las sesiones. Y si hace una semana decidió llevar al presidente del Gobierno a la Cámara Alta para dar explicaciones sobre la corrupción en el PSOE, porque allí podrá interpelar a Pedro Sánchez durante 55 minutos, el miércoles aprobará un conflicto de atribuciones para que el Senado lleve al Tribunal Constitucional al Gobierno por no presentar presupuestos. Ya nadie se acuerda de que el Senado tenía que ser la Cámara de representación territorial, lo que le daría algún sentido. Ni siquiera lo recuerda Alberto Núñez Feijóo, quien llegó a la presidencia del PP proclamando que había que reformarlo para que fuera una herramienta del estado autonómico.

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El Senado va camino de convertirse en una gran trinchera popular, como aquella que en la Primera Guerra Mundial se extendió de Suiza hasta el Canal de la Mancha y que hacía muy difícil avanzar posiciones, lo que no impidió que se registraran enfrentamientos brutales. Gregorio Marañón ya nos avisó de que, aunque la verdad de los hechos prevalezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones. Y así seguimos, cada uno a lo suyo y el país en medio del oleaje en una Europa que cada vez juega un papel menos relevante y con unos Estados Unidos que nos amenazan cada vez que a Trump no le siente bien el Big Mac. De tanto cavar trincheras, acabaremos por enterrar el sistema democrático.

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