La frase de la semana en el Congreso la ha pronunciado Miriam Nogueras (Junts) dirigiéndose a Pedro Sánchez, que quedó descolocado al escucharla: “Quizás habría que hablar menos del cambio de hora y empezar a hablar ya de la hora del cambio”. Nogueras está convencida, como Mae West, de que cuando es buena es muy buena, pero cuando es mala es mucho mejor. Así que le cuesta poco poner la mirada amenazadora de Harry el Sucio y la sonrisa desconcertante de Miss Marple para conseguir el efecto de que algo va a pasar en el Congreso.
Los cronistas parlamentarios se preguntaron si Junts va en serio. Si es un amago o puede romper. El PP les ofreció la moción de censura. El PSOE intentó tranquilizarlos. Pero ayer se supo que Carles Puigdemont citó a su ejecutiva el lunes en Perpiñán, con la ruptura con el PSOE sobre la mesa, por la falta de acuerdos.
Al PP le faltó tiempo para ofrecer a Junts presentar una moción de censura
No parece que sea una buena idea romper con el Gobierno, pero es evidente que a Puigdemont se le está haciendo insoportablemente larga su estancia en Waterloo. En Junts solo manda él, aunque cada vez son más los que piensan que el partido debe cargar las baterías del pragmatismo y ganar transversalidad. A la vuelta del verano, quien fue su conseller de Economia, Jaume Giró, renunció a seguir en la ejecutiva del partido y en el Parlament, porque estaba en desacuerdo con la orientación de la formación, pues no coincidía “con la manera de entender la política que le conviene al país”. Pero también hemos escuchado la preocupación de alcaldes relevantes de Junts, diciendo que hay que acercarse a los problemas de la gente y dejarse de aventuras. Algo que con buenas palabras le explicaron a Puigdemont en un reciente encuentro en Bélgica.
El expresident catalán está preocupado porque Aliança Catalana se le come el terreno en las encuestas y porque la amnistía no acaba de hacerse realidad. Puigdemont debe pensar como Orson Wells en Ciudadano Kane que “solo hay una persona que puede decidir lo que voy a hacer, y soy yo mismo”. Pero sería más inteligente escuchar al partido, no solo a los que le dicen lo que quiere oír. Y pensar si una crisis abriría un escenario mejor. Es lo malo de tener el comodín con malas cartas.
