Los agujeros del sistema

El artículo del vicedirector

Los agujeros del sistema
Vicedirector

La Policía Nacional desarticuló la semana pasada una trama en Tarragona que estafaba a la Generalitat. El fraude consistía en que familias extranjeras viajaban a España con visado de turista y dejaban a sus hijos menores a las puertas de la administración catalana con las instrucciones precisas para declararse desamparados oficialmente y de esta forma obtener todas las ayudas que la Generalitat otorga a los menores no acompañados. Meses más tarde, estos padres pedían el reagrupamiento familiar y se instalaban aquí con la amplia cobertura social que ofrece nuestro sistema público.

El caso sigue bajo investigación y podría haber más detenidos. La Generalitat calcula que el coste del engaño supera los 1,5 millones de euros. También se investiga si estas familias cuentan con apoyo legal desde aquí, puesto que conocían las gestiones que debían realizar en cada momento. Desde el punto de vista de estos padres, el método utilizado es más seguro que pagar a las mafias para que embarquen a sus hijos en frágiles pateras o como polizones en camiones. Este sistema fraudulento les permite dejarlos directamente en la puerta adecuada sin peligro para sus vidas.

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Las familias dejaban a los menores frente a las comisarías para que se hicieran pasar por desamparados

Alba Marine

La trama pone al descubierto uno de los agujeros de nuestro sistema social. Hay muchas otras trampas que se aprovechan de un modelo de sociedad garantista basado en la creencia que todo el mundo es bueno. Y no es así. Lo vemos con las mafias de la ocupación que, especialmente en Catalunya, se enriquecen con la precariedad de familias vulnerables y con la laxitud legal que desprotege al propietario. El fallo sistémico se observa también con los delincuentes reincidentes que se ríen de policías y jueces después de ser detenidos decenas de veces y puestos en libertad gracias a nuestra bondadosa legislación que es conocida en medio mundo. O se evidencia en el descontrol del empadronamiento que permite barbaridades como que cualquiera se pueda domiciliar en tu casa sin que nadie te avise o incluso que te borren del padrón y, un buen día, descubras que oficialmente ya no vives en tu vivienda.

El malestar creciente que muestran las encuestas y la tendencia a apoyar discursos reaccionarios también se basa en estos enormes agujeros que la desidia oficial tolera.

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