Generaciones y trabajo

Generaciones y trabajo
Divulgador económico

Leo lo escrito por un catedrático de Derecho de Zaragoza en 1942: “La obediencia aparece ahora, a los ojos de algunos, como algo pasado de moda (…) Es, sin embargo, una virtud natural indispensable para que exista disciplina y eficacia en los ejércitos y en las empresas”.

Año 2025. Hablo con un empresario. Tiene 60 años. Ha visto “de todo”. Está contratando chicos jóvenes. “¡Cómo han cambiado las cosas!”, me dice. 

Siluetas de trabajadores dentro de un edificio de oficinas.

 

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Le digo que ahora está tratando con la generación de cristal. Y cuando pone cara de extrañeza, y pregunta qué es eso, le digo que, según Wikipedia, es “una generación formada por chavales nacidos a partir de 1995 hasta la década de 2010. Estos chicos se perciben a sí mismos como emocionalmente sensibles, con baja tolerancia a la frustración y dificultad para afrontar la adversidad.

Tienen una cierta fragilidad emocional, que también refleja una mayor concienciación sobre salud mental y una exigencia por entornos más inclusivos y equitativos.

Generación de cristal, generación Z, Douglas McArthur: distintas maneras de enfocar el trabajo

Algunos opinan que tienen rasgos coincidentes con los que pertenecen a la generación Z, nacidos aproximadamente entre 1997 y 2012, también conocidos como centennials y caracterizados por ser los primeros en haber crecido con internet, tecnología móvil, viajes e idiomas desde la infancia, lo que los convierte en ‘nativos internacionalmente digitales’”.

Mi amigo dice que él no ha tenido nunca concienciación, inclusividad ni frustración. Que cuando un negocio le iba mal, procuraba salir adelante a base de darle muchas vueltas a la cabeza y trabajar más.

Y para colmo, ha encontrado un escrito de un general norteamericano, Douglas McArthur, titulado “Ten auténticos ideales y siempre serás joven”, en el que el general asegura que “parecerás joven mientras seas receptivo a todo lo que es bello, bueno y grande y si un día, cualquiera que sea tu edad, tu corazón está mordido por el pesimismo, torturado por el egoísmo y roído por el cinismo, que Dios tenga piedad de tu alma de viejo”.

Ante todo este lío, animo a mi amigo porque creo que se pueden sacar cosas muy buenas de McArthur, de la generación de cristal y de la generación Z.

Que las cosas no son como antes es verdad. Pero no hay que despreciar las novedades.

Hay cosas que yo creo que no hay que cambiar. Cuando leo que Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, dice que los trabajadores no tienen por qué estar localizables, me apetece exigirle la lista de empresas en las que ha trabajado y los puestos que ha ocupado. Cuando esa misma señora dice que a menos trabajo más felicidad, me apetece exigirle una lista de la cantidad de horas en las que ha estado perdiendo el tiempo y que le han producido la felicidad en su vida personal.

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Tenemos que llenar las horas de trabajo de un trabajo bien hecho. Tenemos que atender bien a la familia. Y atender bien a la familia no se consigue por una ley. Se consigue por el esfuerzo. Yo tengo muchos hijos y he intentado conciliar con gran esfuerzo, por mi parte y por parte de mi mujer.

Los chicos jóvenes ahora tienen otra manera de funcionar. Conozco chavales que en el momento de conseguir un empleo se ponen a aplicar, o sea, a presentar solicitudes en otras empresas, en las que, aparte de un buen sueldo, ofrecen otras cosas, como por ejemplo, ping-pong, gimnasio y Oktoberfest los viernes por la tarde. Esos chavales se irán de la empresa en cuanto en otra les ofrezcan más ratos de gimnasio.

Lo que antes se valoraba como lealtad a una empresa ahora ha perdido valor. Generación de cristal, generación Z, Douglas McArthur. Distintas maneras de enfocar el trabajo. 

He dicho “el trabajo” y no el “no trabajo”. Porque no podemos olvidar que sacar las cosas adelante exige trabajo, trabajo bien hecho, horas de trabajo y que eso produce cansancio, frustración a veces… y quedarse en la oficina discurriendo mientras tus compañeros están disfrutando del Oktoberfest.

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