Agosto de 2002. Inundaciones graves en el este de Alemania. 110 fallecidos. El social demócrata Gerhard Schröder se pone unas botas y un chubasquero y aparece allí donde la gente está más apurada.
Como consecuencia, Schröder sube en las encuestas y gana las elecciones después de ir seis puntos por detrás de su rival Stoiber. Los cronistas dicen que la intención de voto a los social demócratas comenzó a subir al ritmo de las aguas del río Elba que inundaron el este de Alemania en las últimas semanas.
Schröeder actuó con decisión ante las graves riadas, que, además de los muertos, causaron daños materiales millonarios, y el electorado volvió a descubrirle como aquel político y candidato resuelto que en 1998 terminó con 16 años de gobierno del conservador Kohl.
Valencia, 2024. Empieza a llover. Carlos Mazón, presidente de la Generalitat valenciana está comiendo en un restaurante. Sigue comiendo. Como es una comida de trabajo, continúa en la sobremesa. Llueve más. Al cabo de un rato va a su despacho. Pide ayuda al Gobierno central.
Perdió la ocasión de ser la persona más querida de la comunidad y pasó a ser el más odiado
Ha perdido un tiempo precioso. En el momento en que cayeron las primeras gotas debería haber interrumpido la comida de trabajo y haber ido corriendo al Corte Inglés, a comprar unas botas de agua, un chubasquero y una pala.
Debería haberse presentado en cualquier sitio y empezar a recoger barro, agua o lo que fuera. No importa que no pudiera hacer nada, pero en estos momentos sería una persona bien vista y querida por todo el mundo por su afán de trabajar como uno más en unos momentos tan apurados.
Mientras tanto, tenía que haber llamado al Rey, haber dicho a su secretaria que llamase a la secretaria de Sánchez para pedirle ayuda y a la secretaria de Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, con el fin de que le dijera a doña Teresa que se presentase urgentemente en Valencia y que si no le nombraban ahora Comisaria europea ya le nombrarían más adelante.
Pero lo espectacular era lo de la pala y las botas. Le calificarían de héroe en vez de llamarle asesino, su partido no le abandonaría y él no tendría que reflexionar por su futuro mientras la gente le exigía su dimisión y Feijóo no quería hacerse fotos con él.
Los Reyes han ido varias veces. Teresa Ribera no ha aparecido. Sánchez, abucheado, ha aparecido muy poco. Todos se han pasado la responsabilidad unos a otros. Pero para la gente el culpable de todo es Mazón, aunque la realidad es que no es un asesino. Lo más que se le puede llamar es torpe, porque perdió la ocasión de ser la persona más querida de la comunidad y pasó a ser el más odiado.
Y solo tenía que haber ido a comprar una pala al Corte Inglés…
