La guerra de Secesión de Estados Unidos (1861-1865) puso fin a la esclavitud, pero no al sentimiento esclavista en buena parte del sur. Ese espíritu de revancha se manifestó con el asesinato de Abraham Lincoln en 1865, un mensaje brutal de que, pese a la derrota militar, muchos blancos seguirían defendiendo la segregación y el racismo desde la sombra.
Un siglo después, la violencia política volvió a marcar la historia del país: John F. Kennedy en 1963, Malcolm X en 1965, Martin Luther King y Robert Kennedy en 1968 fueron asesinados, y sus autores materiales –Lee Harvey Oswald, James Earl Ray, Sirhan Sirhan y los implicados en el crimen de Malcolm X, Thomas Hagan, Norman Butler y Thomas Johnson– fueron detenidos. Las detenciones reforzaron la teoría oficial de que los asesinos eran actores aislados. Pero, ¿era así?
Aquellos crímenes, como también el del radical del MAGA Charlie Kirk, alimentaron la sospecha de que existían “poderes en la sombra” capaces de variar el rumbo de la historia o ejecutar un golpe de Estado sin dejar huellas visibles. Durante décadas se ha hablado de lobbies militares, intereses ocultos e incluso de la existencia del llamado deep state: una red de funcionarios que, más allá de los resultados electorales, movería las piezas del tablero estadounidense en defensa de la comunidad blanca, anglosajona y protestante.
Es paradójico que sea Donald Trump quien se presente como el principal enemigo del 'deep state'
Es paradójico que sea Donald Trump quien se presente como el principal enemigo del deep state. Según su relato, ese poder oculto habría colocado a Barack Obama en la Casa Blanca e intentado –sin éxito– impedir sus triunfos electorales. ¿Pero quién le ayudó a él?
Trump consiguió el respaldo de 77 millones de votos en el 2024. Millones de ciudadanos –incluidos quienes justificaron el asalto al Capitolio– lo veneran como un profeta capaz de liberar al país del corsé del Gobierno federal. Pero su agenda política, en la práctica, no favorece a los débiles, sino a grandes inversores ligados a los mercados bancario, inmobiliario, energético, sanitario, automovilístico, tecnológico y de las criptomonedas.
Muchos de esos actores de poder no aparecen celebrando sus polémicas decisiones, ni sus gestos demagógicos con la economía, la diplomacia, la inmigración, la justicia, la comunicación o la movilización de tropas en áreas civiles. Comprender quiénes son y qué persiguen ayudaría a explicar por qué Trump está donde está. Para algunos, Trump es, al fin y al cabo, un presidente útil. La pregunta es: ¿útil para quién?
