El desafío de Telefónica

Telefónica, la principal compañía tecnológica española, se enfrenta a importantes desafíos de futuro. Su presidente, Marc Murtra, presentó ayer ante los inversores su plan estratégico para los próximos años, con horizonte en el 2030. Bajo el lema “Transformar y crecer” (Transform & grow) se plantean un conjunto de actuaciones financieras, laborales y operativas que definen la voluntad de la compañía de convertirse en un actor tecnológico de referencia en Europa, abierto a integrar nuevas compañías del sector para adquirir una dimensión paneuropea. Este objetivo encaja dentro de la política definida por la Comisión Europea, en el marco de las orientaciones del informe Draghi, para disponer de campeones tecnológicos en el continente que puedan plantar cara a las grandes compañías de Estados Unidos y China. La tarea es de una ambición tan importante como difícil, ya que la potencia europea está disgregada en una enorme fragmentación. En Europa tenemos más de treinta compañías de pequeña y mediana dimensión frente a los dos o tres gigantes estadounidenses y chinos.

A juicio de Telefónica, la falta de consolidación del mercado europeo de telecomunicaciones ha propiciado inversiones ineficientes y una creciente dependencia tecnológica exterior en áreas críticas. La compañía se muestra alineada con el compromiso de avanzar en la autonomía estratégica europea. El plan estratégico 2026-2030, sin embargo, no incluye oportunidades concretas de fusiones ni de compras. En cambio, su presidente asegura que la compañía estará preparada para las posibles oportunidades que se presenten en el horizonte del plan que, en su momento, se abordarán con las ampliaciones de capital que se estimen necesarias.

Una eventual consolidación de los mercados clave de Telefónica, que son España, Alemania, el Reino Unido y Brasil, podría suponer, según analistas financieros y expertos del sector, sinergias por valor de 18.000 a 22.000 millones de euros, que se podrían repartir entre compradores, vendedores, clientes, inversiones e innovación. La apuesta por los citados países ha estado precedida por una importante desinversión en toda Latinoamérica, excepto Brasil.

La compañía se suma a la ambición de la UE de apostar por un potente sector tecnológico

La política de dividendos se convertirá, en el marco de este plan de futuro presentado ayer, en una parte integral de la estrategia de asignación de capital y será, a partir de ahora, el resultado del flujo de caja libre de la compañía. En otras palabras: a los accionistas les corresponderá asumir una parte de los sacrificios necesarios para financiar la nueva etapa de la compañía. En este sentido, de entrada, Telefónica reducirá ya a la mitad el dividendo que abonará con cargo a los resultados del 2026, hasta 0,15 euros por título. La remuneración al accionista para los ejercicios del 2027 y el 2028 será de entre el 40% y el 60% del flujo de caja libre que se genere. Este ajuste marca una ruptura con la política tradicional de altos pagos por dividendo de la compañía, que se encuentran entre los más elevados de Europa. Tal como se esperaba, el anuncio fue muy mal recibido ayer por los inversores en el mercado bursátil. Las acciones de la compañía llegaron a desplomarse más del 10%.

Los accionistas de referencia, sin embargo, entre los que se encuentra el Estado, han aprobado por ­unanimidad dichas decisiones, así como el conjunto del plan estratégico. El plan, según ha dicho el presidente de Telefónica, Marc Murta, es lo que se necesita para ­materializar las oportunidades que existen, mejorar la flexibilidad financiera y crear valor sostenible para todos sus ac­cionistas. “Estoy aquí –ha declarado– para guiar a Telefónica en este viaje extraordinario, transformar y hacer crecer el grupo y tomar todas las decisiones que sean nece­sarias”.

La prioridad de invertir más a cambio de ajustar el dividendo es muy mal recibida por las bolsas

El plan estratégico prevé muchas más actuaciones. En conjunto, es un plan de crecimiento que apuesta por la inversión como prioridad absoluta, junto con la reducción de la deuda corporativa. Dicho plan se estructura alrededor de seis pilares estratégicos: ofrecer una experiencia de cliente de primer nivel, mejorando el rendimiento de la red y la excelencia en el servicio; ampliar la oferta para clientes residenciales, con el refuerzo de la convergencia y del ecosistema digital; incrementar el negocio empresarial y de administraciones públicas; intensificar las capacidades tecnológicas en todos los ámbitos; simplificar el modelo operativo, con una reducción de plantilla, y desarrollar el talento, atrayendo y reteniendo a los mejores profesionales en todos los mercados.

España necesita que este plan de Telefónica tenga éxito y que la compañía se convierta en uno de los pilares tecnológicos del país y del conjunto de Europa.

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