Catolicismo sin literatura

Hay una cosa en muchas autobiografías de intelectuales españoles del siglo XX que siempre me llamó la atención. Se educaron en colegios de curas; pasaron años enteros –los de formación, cruciales– estudiando religión y yendo a misa... Pero en cuanto salieron del colegio, dejaron de creer. Con tanta facilidad, que en sus memorias despachan el tema en un par de líneas­.

Escena de la película 'Los domingos', de Alauda Ruiz de Azúa

Una escena de 'Los domingos' 

 

Y es una lástima. Porque la fe y las dudas en torno a ella han dado obras interesantísimas, como los Pensamientos (1670) de Pascal, el Diario de un cura rural (1936) de Bernanos, o el diario de Gide, que, en 1917, a punto de “caer a los pies de la Cruz”, como se decía entonces, en el último momento, en vez de eso, se enamoró de un chico y se hizo comunista… Semejantes procesos requieren libertad de conciencia, como la había en Francia. En España, desde la Contrarreforma hasta el franquismo, el catolicismo era obligado y se daba por supuesto. Algo que favorece muy poco el pensamiento.

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Ahora, parece ser que la fe vuelve. Un fenómeno en realidad modesto (el catolicismo lleva décadas cayendo en España, hasta el actual 51%, siendo el repunte en los últimos años de solo un 2%), pero con ejemplos llamativos: la nueva película de Alauda Ruiz de Azúa, Los domingos, sobre una adolescente que ingresa en un convento de clausura; el éxito en TikTok de una tal Cristina Sempere, con vídeos que enseñan a preparar un altar o hacen unboxing de biblias; el nuevo disco de Rosalía­, con ella vestida de monja en la portada…

Puede ser puro marketing o heteropesimismo, una insatisfacción respecto a las relaciones con los hombres

Hay quien dice que es puro marketing: ganas de llamar la atención haciendo algo diferente, a la vez que usando imágenes que todo el mundo conoce. O quien piensa que lo que hay en el fondo, en el caso de las chicas (y cierto es que tanto Rosalía como Sempere han hecho declaraciones en ese sentido), es lo que ahora se llama heteropesimismo, una insatisfacción respecto a las relaciones con los hombres…

Por mi parte, me gustaría que hablaran más. Que nos explicaran qué es para ellas Dios y por qué creen en Él. Pero veo que nadie se lo pide. Seguramente, porque al misterio inherente a cualquier experiencia religiosa se añade la actitud posmoderna de “respeto a la diversidad”, entendido como individualismo exacerbado, encierro de cada uno en su burbuja o en la de su tribu identitaria, principio de “no debate”: desconfianza de la razón y la palabra, renuncia a convencer de nada a nadie… Todo lo cual me parece, lo repito, una gran pérdida.

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