Lo interesante de la historia es que lo que parece inevitable nunca lo es. Parecía que la oleada que llevaba a Donald Trump a su trono mundial arrasaba con cualquier resistencia. Pero hete aquí que a la primera ocasión que ha tenido la gente de pronunciarse en unas elecciones, el trumpismo ha sido derrotado. En Nueva York, en Virginia, Nueva Jersey, Pensilvania, Georgia, en California. No se trata de un triunfo demócrata, sino de un rechazo a Trump. Porque existen grandes diferencias entre los ganadores de estas elecciones, aunque por los imperativos del sistema político todos tengan que presentarse arropados por las siglas demócratas.
El triunfo de Zohran Mamdani en Nueva York, con impacto mundial, ha resultado de unas orientaciones explícitamente críticas del Partido Demócrata. El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, no apoyó a Mamdani y el líder demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, solo lo hizo tibiamente el último día. Ambos de Nueva York. La moderada Abigail Spanberger, exoficial de la CIA, elegida gobernadora de Virginia, criticó abiertamente a Mamdani. La gobernadora electa de Nueva Jersey, Mikie Sherrill, expiloto de la Marina, se sitúa en una posición centrista. Ambas ganaron por amplios márgenes, en parte por el voto latino, preocupado por el racismo antiinmigrante, y, en Virginia, por el apoyo de los funcionarios federales amenazados en sus empleos.
Lo más significativo para el Partido Demócrata es la aprobación en California, con un 63%, de la propuesta de rediseñar los distritos electorales en favor de los demócratas, como respuesta a lo que varios estados republicanos están haciendo. Porque el gran impulsor de la iniciativa, el gobernador Gavin Newsom, lo planteó como una respuesta a la deriva autoritaria de Trump. Newsom se posiciona como potencial presidenciable a partir de una plataforma de resistencia contra el trumpismo. En su candidatura se podrían reencontrar distintas corrientes demócratas que poco tienen que ver entre ellas. Newsom no se ha pronunciado sobre Mamdani porque el entusiasmo suscitado entre los jóvenes y las minorías por su campaña tiene eco en el país.
Se ha abierto un frente de resistencia a Trump en que se empiezan a vislumbrar políticas alternativas
Han votado a Mamdani los distritos de minorías étnicas, mientras que el corrupto demócrata Andrew Cuomo recibió el apoyo de los barrios mayoritariamente blancos. Persiste la brecha racial en la política estadounidense. Las prioridades de Mamdani, más allá de ser socialista, musulmán y crítico de Netanyahu, tienen relación directa con lo que ha sido la principal motivación del voto contra Trump: la carestía de la vida, la crisis de vivienda, la falta de sanidad pública, las carencias en guarderías y escuelas, en contraste con el enriquecimiento exponencial de los más ricos. El contraste de un país próspero por arriba con la realidad de una mayoría de población que no llega a fin de mes se ha hecho insoportable. Y el odio antiinmigrante y antifeminista, que aupó al trumpismo, pasa a segundo plano ante los problemas cotidianos.
El miedo de las élites, incluidos los demócratas y The New York Times , es que las políticas de Mamdani ganen en popularidad. Se lo van a poner difícil esperando que al final acepte sus límites. Tiene que subir impuestos a los ricos para financiar sus programas. Pero los impuestos dependen de la gobernadora del estado, que, aunque apoya a Mamdani tácticamente, es fiscalmente conservadora.
Todo está por ver. Pero lo que está claro es que se ha abierto un frente múltiple de resistencia a Trump en el que se empiezan a vislumbrar políticas alternativas. Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez sueñan con aglutinar una izquierda demócrata que cambie el partido. Difícil a nivel nacional. Pero pueden suscitar una movilización social que encontrara motivos crecientes ante la agresividad errática de Trump. Como dice Mamdani, hay luz en la oscuridad. Sin olvidar que este es un país marcado por la violencia.
