Después del triunfo electoral de Zohran Mamdani en Nueva York, experimenté un déjà-vu que me trasladó de la cuadrícula urbana de Manhattan a la del Eixample barcelonés.
Alguna de las promesas del nuevo alcalde socialdemócrata de la Gran Manzana me recordaron a las de Ada Colaus. Como ella, Mamdani ha basado su campaña en el bienestar de la gente corriente y en nuevas viviendas de protección pública. Pero ¿podrá llevar a cabo sus planes?
Ya se oyen voces en Nueva York sobre la dificultad que entraña asimilar un programa social como el que propone el nuevo alcalde. De hecho, otros ediles demócratas de Nueva York, como Bill de Blasio, se marcaron objetivos similares, pero no los alcanzaron porque no pudieron revertir las desigualdades económicas.
Mamdani, la antítesis de Donald Trump, quiere basar su programa de gobierno en siete puntos: vivienda, contención de alquileres, transporte, cuidado infantil, educación, seguridad y empleo. Pongamos que tenga la capacidad para alcanzar la gratuidad del transporte, más paquetes de ayudas infantiles y educativas, y aumentar la seguridad… pero, sin la ayuda federal, estatal y privada, ¿de verdad podemos creer que podrá crear empleo, contener el precio de los alquileres y promover más vivienda de protección social?
La socialdemocracia propone programas difíciles de rechazar porque busca la igualdad de oportunidades, erradicar la pobreza, eliminar la violencia y garantizar una mejor vida a los ciudadanos. Pero ese proyecto no puede llevarse a cabo sin el compromiso de los gobiernos y de la iniciativa privada.
Como sucedió con Obama, Mamdani ha encendido la antorcha de la ilusión
Será interesante ver cómo los cinco barrios neoyorquinos –Manhattan, Staten Island, el Bronx, Queens y Brooklyn– acogen los planes de Mamdani y si son capaces de regirse por su modelo de populismo económico y una política municipal basada en esa congelación de alquileres, construcción de más vivienda pública y reducción del crimen.
Como sucedió con Barack Obama, en un nivel distinto, pero con un mismo discurso de esperanza, Mamdani ha encendido la antorcha de la ilusión. Pero la historia reciente demuestra que las buenas intenciones no bastan. Recordemos a Colau o a De Blasio… no solo no alcanzaron sus objetivos, sino que terminaron por encolerizar a sus ciudadanos.
