“I am a muslim”, grita Mamdani

Que se prepare Zohran Mamdani porque lo de ser demócrata y musulmán no le saldrá gratis en la alcaldía de Nueva York. Si a una artista pop como Rosalía le surgen admiradores de la Iglesia católica por simplemente expresar sus inquietudes místicas e invitar a cantar a la Escolania de Montserrat, qué le deparará la vida al alcalde de un faro planetario de poder económico y diversidad humana, que además gritó emocionado “I am a muslim” en su speech postelectoral.

Supporters celebrate after Democratic candidate for New York City mayor Zohran Mamdani won the 2025 New York City Mayoral race, outside the venue of an election night watch party in the Brooklyn borough of New York City, New York, U.S., November 4, 2025.

 

Jeenah Moon / Reuters

Por mucho que el encantador Mamdani no guste a los islamistas, que, como diría Najat el Hachmi, “no son los amigos de la izquierda, son la derecha de los países árabes musulmanes”, es poco probable que en estos momentos le vayan a hacer ascos. Al contrario, se arrimarán a Mamdani y lo amplificarán urbi et orbi. El alcalde tendrá que hacer frente a mucho abrazo del oso, mientras al otro lado los republicanos de Trump amenazan con deportarle.

Las feministas no le van a dejar pasar ni una a un señor que acredita su identidad religiosa como razón política

Pero, ojo, también le están esperando las feministas, las que de verdad defienden la igualdad y llevan una década conteniendo la avalancha de feminismos racializados, antipunitivos y trans. El socialista Mamdani les pilla a muchas de vuelta, hartas ya de remar contra la vieja y la nueva misoginia. Y no, no le van a dejar pasar ni una a un señor que acredita su identidad religiosa como razón política.

Lástima, pues todo parecía indicar que Mamdani jugaba con la ventaja de haberse criado entre las películas de su madre, la cineasta india Mira Nair, que cuestionan estructuras patriarcales y sociales, y visibilizan las experiencias de las mujeres, su lucha, su empoderamiento... Sin embargo, lo primero que hizo Mamdani en su discurso fue hablar en memoria de su tía que dejó de coger el metro tras el 11-S, dijo, porque no se sentía segura “con su hiyab”. Lo apuntó con toda ternura y haciendo el gesto de asirse la prenda “religiosa”. Pero de lo poco seguras que aquella y otras mujeres habrían andado sin el hiyab entre su etnia musulmana gujarat, ni palabra...

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A nadie se le escapa que el hiyab es una prenda misógina que justamente en Europa proliferó tras el 11-S: las que iban destapadas aparecieron de repente cubiertas... ¿Era eso religión o era política? Si lo que desea Occidente es sanar el trauma de haber mirado mal al mundo musulmán, tendrá que aprender antes a decir basta, basta de acusar de islamofobia cada intento de hablar de los derechos de las mujeres cercenados por el hiyab y sus derivados.

Y bueno, un gol mayor está por colarse por la escuadra: el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos estudia legalizar la poligamia y admitir la reagrupación familiar de los hijos de polígamos del mundo.

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