¿Por qué los jóvenes prefieren a Vox?

Las últimas encuestas electorales muestran un continuo auge de los partidos de extrema derecha; Aliança Catalana, a punto de atrapar a Junts, y en España, Vox extendiendo su espacio, especialmente entre los jóvenes, para los que se convierte en la opción preferida.

¿Realmente este tipo de propuestas, que basan su discurso en el ruido, son capaces de ilusionar a nuestra juventud? Dudo que lo hagan. Pero resulta patente que son capaces de aglutinar un voto de protesta contra los partidos tradicionales. Un voto que clama por un espacio mental y material propio.

FOTO ALEX GARCIA EXITO DE VOX ENTRE LOS JOVENES. MITIN DEL PARTIDO EN LA BARCELONETA CON SANTIAGO ABASCAL 2023/07/01

  

Àlex Garcia

En pocos días se cumplirán los cincuenta años de la muerte de Franco. Los baby boomers recordamos ese momento como la aurora de nuestra libertad. No solo de la política por la que clamábamos en las universidades y en las calles, sino también de la ideológica y la corporal. Cuestionábamos las instituciones tradicionales, como eran la Iglesia y la familia. Reivindicábamos poder hacer con nuestro cuerpo lo que nos pareciera. Marchar de casa era nuestra primera revolución y, a partir de allí, fuimos aterrizando en la realidad.Algunos de nuestros sueños se materializaron y otros se revelaron como inalcanzables.

Pero la realidad de la juventud actual es muy diferente. Los adolescentes no reclaman más libertad porque ya la tienen. Las rígidas normas morales de hace cincuenta años ya no les preocupan. Sus problemas son otros, en línea con lo que se preguntaba Isaiah Berlin en su obra Dos conceptos de libertad: ¿qué es la libertad para aquellos que no pueden utilizarla? Y el primer obstáculo para ejercer su libertad es el prohibitivo precio de la vivienda.

El espacio material de la vivienda es una necesidad en sí mismo y al mismo tiempo la metáfora de un espacio mental en el que organizar el propio universo. Los jóvenes emancipados son más creativos. El retraso en la edad de salida del nido es un freno a la productividad, generando en lo privado una fábrica de frustración. Y en lo colectivo, los negros augurios de las opciones ­teóricamente progresistas no son nada atractivos. ¿Resulta seductor que la propuesta contra el calentamiento global sea el decrecimiento? ¿Adónde nos lleva la continua huida hacia delante en cuestiones de género?

El negativismo de izquierda escora a la sociedad hacia la derecha y abona el campo a las propuestas irracionales

La ultraderecha se hizo con el poder en EE.UU. porque la alternativa era más de lo mismo. Y las opciones extremas seguirán creciendo entre la juventud europea en ausencia de propuestas coherentes que ofrezcan un futuro esperanzador y asequible para la mayoría. El negativismo de la izquierda escora a la sociedad hacia la derecha y deja el campo abonado a las propuestas irracionales. Confrontadas frente al duro trabajo de la ejecución de políticas públicas, las opciones extremas quedan al descubierto. El rey está desnudo, como se ha evidenciado en las elecciones que han tenido lugar en Holanda o EE.UU. las últimas semanas. Pero seguirán allí, reinventándose en nuevos formatos, si el pensamiento progresista no es capaz de armar un discurso en positivo, capaz de conjugar los logros de la democracia liberal con los retos de la tecnología disruptiva.

Los magnates tecnológicos que hace unos años se presentaban como garantes de lo políticamente correcto se han quitado la careta y están en alianza táctica con la ultraderecha. Su estrategia es “moverse rápido y romper cosas”. Los avances tecnológicos vienen con luces y sombras. Solo el poder de la mayoría puede aprovecharse de ellos y contrarrestar sus abusos. Pero para ello, algo hay que aprender de los tecnólogos, moviéndose rápido y rompiendo cosas que no funcionan. Aunque dejemos por el camino algunos tabús de la izquierda.

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Miguel Trias
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Tal vez debamos renunciar a construir o rehabilitar casas muy perfectas para permitir que se haga vivienda nueva. O reconocer que los denostados “grandes tenedores” son quienes podrían ofrecer la vivienda en alquiler que necesitamos y el sector público por sí solo no alcanzará a ofrecer. Quizás deban desoírse las protestas de algunos colectivos para que se construyan parques de energías renovables o se alargue el ciclo de vida de las nucleares. O apostar por una economía más productiva, que incorpore las nuevas tecnologías transformacionales, en lugar de expandirla sin un plan definido. Quizás debamos pensar más en innovar y crear que en constreñir y regular.

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