A Belém pastores…

Fíjense qué tontería. El otro día una amiga me recomendó Pausa, el podcast de Marta García Aller; es variado, entretenido y siempre interesante, me dijo. Escuché un episodio que versaba sobre el café en que, entre otros, entrevistaban a un barista y consultor de café de especialidad –sí, sí, créanme, existe este oficio–. El episodio me gustó, aprendí cosas nuevas y aluciné con todo el rollo que hay alrededor del café y que yo desconocía. Estuve a punto de llegar a casa y tirar a la basura mi cafetera de cápsulas y dar la razón a mi marido, que cada mañana le da al molinillo y mira mal mi café hecho con prisas y sin atención.

Me puse a pensar en lo exigentes que nos hemos vuelto con bienes de consumo cotidiano que antes estaban en nuestras vidas pero eran invisibles. El café, arábica, robusta, liberica o excelsa; pero también el pan, de trigo, centeno o cebada, artesanal y cortado a mano. El vino, que antes solo distinguíamos por color, ahora lleva al menos diez minutos de elección, y también la cerveza, que si artesanal, tostada, fría o del tiempo. Este salto de exigencia es considerado por muchos un avance civilizatorio; por otros, como un capricho de ricos, pero la realidad es que ya ha cambiado nuestro paisaje urbano y el precio que estamos dispuestos a pagar por estos productos tan cotidianos.

AME7084. RIO BONITO DO IGUAÇÚ (BRASIL), 08/11/2025.- Personas caminan este sábado, en medio de escombros causados por un tornado en Rio Bonito do Iguaçu (Brasil). Las autoridades del sureño estado brasileño de Paraná declararon el estado de calamidad pública en los municipios castigados el viernes por un tornado sin precedentes que dejó al menos seis muertos y 750 heridos, así como una ciudad en un 90 % en ruinas. EFE/ Sergio Ranalli

Daños causados por un violento tornado días atrás en Brasil 

Sergio Ranalli / Efe

Y les decía que era una tontería porque no se pueden comparar uvas y peras, pero mientras escuchaba el podcast pensaba en el contraste entre esta creciente sofisticación y exigencia de nuestro consumo privado y la menor que mostramos con nuestro consumo de bienes públicos y de bienes globales.

La COP30 tiene lugar en Belém (Brasil). Llegamos a ella con el cambio climático siendo una amenaza cada vez mayor (las olas de calor son pan nuestro de cada día, así como los fenómenos meteorológicos extremos), pero con los acuerdos de París en cuarentena y gran parte de las metas de la anterior COP inalcanzadas. Por no haber no hay ni acuerdo en el Parlamento Europeo, donde el PP ha votado contra el acuerdo alcanzado en el Consejo.

Nuestra mejor defensa es descarbonizarnos y electrificarnos a la mayor velocidad posible

La confusión que tenemos los no expertos es brutal: ya no sabemos si el tema es qué tipo de energías (¡que alguien me aclare lo de la nuclear por favor!), si es la velocidad, si es un problema de transición justa, un problema de desgobernanza o del desmarque de países como India o EE.UU. También nos pasa con los múltiples nimbys que vemos cada día al respecto: queremos energías limpias, pero no en nuestro patio trasero. Ni en el delantero. Pareciera que, como los que iban a Belén (con n), es más una cuestión de creer que de otra cosa.

¿Por qué no nos concentramos en lo que es evidente y ser en eso exigentes como lo somos con el café? La Unión Europea se fundó sobre las bases de la energía. Primero, la CECA, luego Euratom. Y no fue una casualidad: la energía es (siempre lo ha sido) geopolítica. Por eso no podemos depender de un gas y de un petróleo que no tenemos. En el 2022, casi el 63% del suministro energético de la UE dependía de las importaciones extranjeras y gastamos la asombrosa cifra de 450.000 millones de euros en importaciones de combustibles fósiles, con el lastre que esto supone para la competitividad de nuestras empresas.

Lee también

Pato Donald, Tío Gilito y Charlie Brown

Rocío Martínez-Sampere
A large banner featuring U.S. President Donald Trump hangs on the Department of Labor building in Washington, D.C., U.S., in Washington, D.C., U.S., August 26, 2025. REUTERS/Brian Snyder TPX IMAGES OF THE DAY

¿Podemos al menos acordar la no dependencia? ¿Ser un electroestado (autosuficiente y competitivo) porque no seremos nunca un petroestado? Hay bastante acuerdo científico en que es posible llegar a que el 70% de nuestro mix energético proceda de energías renovables antes de 2030, logrando más autonomía energética y una economía más competitiva. Así contribuiremos, además, a la lucha contra el cambio climático. Para ello hace falta voluntad, claridad y un consenso que, basado en este vector de la competitividad, es posible si no nos distraemos y queremos, una vez más, llenarlo todo de ideología y polarización.

Gestionar la energía supone tomar decisiones firmes y sin cortoplacismos. Ante el desafío que procede de la otra orilla del océano Atlántico, nuestra mejor defensa y nuestra mayor seguridad es, sin duda alguna, descarbonizarnos y electrificarnos a la mayor velocidad posible. Por mero pragmatismo. Seamos sensatos. En nuestro patio trasero. Y, también, en el delantero. Para poder llegar a Belém (con m) siendo pastores en lugar de ovejas.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...