En apenas diez días, coincidirán el juicio en la Audiencia Nacional contra Jordi Pujol y su familia (24-N) y la publicación en castellano de las memorias del rey emérito (3-D). Es curioso como la historia los ha ido emparejando: en solo un mes de diferencia –junio y julio del 2014–, Juan Carlos I abdicó y Jordi Pujol dejó de ser honorable. El entonces rey vio deteriorarse su imagen pública a partir del polémico viaje de caza a Botsuana con Corinna, en el que resultó lesionado, mientras el país atravesaba una seria crisis económica. El expresident de la Generalitat confesó haber ocultado una fortuna familiar en el extranjero durante 34 años, por lo que renunció a su salario y a sus cargos honoríficos.
Ambos personajes pidieron perdón por sus errores, pero sus figuras se desvanecieron a los ojos de los ciudadanos. Es toda una lección comprobar cómo personalidades admiradas, con una biografía impecable, mancharon su hoja de servicios justo en el último capítulo.
Jordi Pujol y Juan Carlos I mancharon su hoja de servicios justo en el último capítulo
La relación entre ambos nunca fue fácil, pero pasó por momentos realmente buenos. No solo porque en el 23-F Pujol fue de las pocas personas que pudieron hablar con el jefe del Estado en las primeras horas, mandando un mensaje de tranquilidad a los españoles que fue igualmente bien recibido por las cancillerías europeas, sino también porque el presidente catalán tuvo detalles que hoy sorprenden de un nacionalista. Como que le invitara en 1985 a presidir un Consell Executiu o que le ofreciera presidir el Milenario de Catalunya en 1988. Al lado de ello, incentivó la protesta en la inauguración del remodelado Estadi de Montjuïc, que fue mayor por el retraso del monarca, a quien una tormenta demoró el retorno de Cerdeña, donde navegaba con amigable compañía.
Es evidente que uno y otro han sido personajes clave de la España del último medio siglo, imprescindibles para explicar nuestra democracia. Sorprenden las equivocaciones en dos figuras a las que siempre les preocupó cómo les iba a tratar la historia a su muerte. Por eso, el entorno de Pujol lleva meses intentando blanquear sus errores y poner en valor su legado, y por eso el rey emérito ha escrito su libro, en el que intenta explicarse. Dos hombres y un destino.
