No murió cuando lo dieron por muerto hace medio siglo, ni cuando lo enterraron, ni cuando lo desenterraron y volvieron a enterrarlo en otro sitio. Mientras seguía en el Valle de los Caídos, el fotógrafo Toni Amengual retrató el lugar en un libro titulado Flowers for Franco, que prologué. Más o menos decía que Franco fue una cara en la moneda de cinco pesetas, aunque lleváramos veinticinco años de democracia. El franco era la unidad monetaria de varios países, y una moneda medieval. De franc significa sin pagar. Y aún pagamos el precio de que salga gratis.
Franco: exento de cargas, que expresa abiertamente su pensamiento (pero si lo haces tú, atente a las consecuencias). Franco estaba en las últimas páginas de los libros de texto, temario al que no llegábamos nunca. Es el malo de la película en muchas películas, ahora que le hemos perdido el miedo. También es una caricatura, nos burlábamos de esos frikis que lo echan de menos, mal llamados nostálgicos (no, son franquistas). En la novela Una grande y zombi, de Hernán Migoya, la sangre de Franco convierte en rabiosos a todos los que se infectan. El libro es del 2011. A lo mejor no tendríamos que haberle perdido el miedo. No se erradicó un virus que rebrota en tiempos de antivacunas y negacionistas.
No se erradicó un virus que rebrota en tiempos de antivacunas y negacionistas
Franco obligó construir el Valle de los Caídos a los prisioneros republicanos. Cuando fue Toni Amengual, había gente haciéndose selfies con el brazo levantado, riéndose (o no) de un gesto que es un símbolo, en la fosa común más grande de España. Otros levantaban el brazo convencidos. Nadie les llamaba la atención, nadie les prestaba atención. Aquellas flores siempre frescas sobre la tumba de Franco no eran ninguna broma.
La cruz es de piedra calcárea y se está deshaciendo, ironías del tiempo más que de la historia. Con Franco no vivíamos tan mal, dicen algunos. Contra Franco vivíamos mejor, Vázquez Montalbán. “Franco, Franco, tenía el culo blanco y se fue a París y tuvo el culo gris”, cantábamos de pequeños. Y cuando crecimos, detectamos el blanqueamiento del franquismo. La Fundación Francisco Franco aún existe. Y tiene franquicias. Crees que pasas página, y hay una mancha al otro lado. Vuelves a pasar página, y la mancha sigue ahí. Es la sombra de la dictadura proyectada todavía, cada vez más oscura, sobre esta democracia.
