Apréndanse su nombre

Cada cena en familia es para mí un aprendizaje. Mi hijo pequeño, de 17 años, me ilustra sobre todo lo que ha pasado políticamente ese día. ¿Has visto el zasca de Rufián? ¿Lo que ha dicho Ayuso? Bolaños y Feijóo se han abierto una cuenta de TikTok, mira, mamá, mira… y a través de su teléfono accedo a una realidad política distinta de la que percibo en los cuatro periódicos que disciplinadamente me leo cada mañana.

New York City mayor-elect Zohran Mamdani speaks during a press conference at City Hall Park in New York City, U.S., November 20, 2025. REUTERS/Brendan McDermid

 

Brendan McDermid / Reuters

Creo que fue él el primero que me habló de Mamdani. Bueno, no de su candidatura, pero sí de su estilo, de sus propuestas y de su campaña. Mira, mamá, mira. También de la canción con baile incluido y de ritmo muy pegadizo que se ha hecho viral y que ahora –cosas del algoritmo– aparece constantemente en mis reels­ de Instagram: “Su nombre es Mamdani, M-A-M-D-A-N-I, deberías aprender a decirlo, M-A-M-D-A-N-I”. La canción no solo es una respuesta al desprecio en forma de no saber pronunciar su apellido que han practicado sus oponentes, Trump incluido, sino que se ha convertido también en una ola de apoyo al ahora alcalde, más allá de Nueva York.

Nacido en Uganda, Zohran Mamdani es el primero en hacer muchas cosas por primera vez. Con 34 años, es el alcalde más joven que ha tenido la ciudad. El primero que es musulmán. El primero que se autoproclama socialista (palabra maldita desde McCarthy). El primero que es propalestino en la ciudad judía por antonomasia. El primero que exhibe con orgullo la cultura del inmigrante (sus restaurantes favoritos ni están en Manhattan ni son de comida tradicional americana) y el primero que vive y ha basado su campaña en los barrios de Jackson Heights, Elm­hurst y Corona, la zona más diversa de Estados Unidos. También es el primero que conoció a su hoy mujer por una app de citas.

Cuando hablo del fenómeno Mamdani, me dicen que es parecido a lo que pasó con Colau y con Podemos en general y que, como ellos, subirá como la espuma para luego caer a plomo. Sin embargo, veo algunas diferencias substantivas que me parecen relevantes:

1) Optimismo. Pablo Iglesias estaba siempre enfadado e indignado. Sus energías se concentraban en insultar a la casta. Mamdani sonríe todo el rato y hace del optimismo y la esperanza ejes de su propuesta. Giuliano da Empoli, autor de Los ingenieros del caos, nos dice que “el paso de lo negativo a lo positivo es necesario para generar un deseo real de cambio”. No basta el alarmismo y el cordón sanitario para movilizar al electorado frente al auge de la extrema derecha. El tono sobre el futuro es una decisión política. Y el tono de Mamdani es otro.

Mamdani articula una izquierda mucho menos dogmática y se concentra en un programa de acción

2) Las cosas de comer, primero. Frente al “no nos representan”, “hemos llegado al Congreso” o el “quítate tú que me pongo yo”, Mamdani ha basado su propuesta en el coste de la vida: transporte, alimentos, cuidados, vivienda. Articular su proyecto desde las necesidades reales de los ciudadanos me parece un gran cambio. Y su gran acierto.

3) Antidogmatismo. Frente a los sheriffs de la moral y las nuevas inquisiciones de izquierdas, Mamdani articula una izquierda mucho menos dogmática que huye de la hipermoralización y se concentra en un programa de acción, capaz por tanto de atraer a un espectro de votantes más transversal y no solo a los muy cafeteros.

4) Equipo. Sus primeras señales como gobernante –“se hace campaña en poesía, pero se gobierna en prosa”– han sido rodearse de un equipo capaz y experimentado. El mejor ejemplo es el fichaje de Lina Khan, presidenta de la comisión federal de comercio en el gobierno Biden y una de las mujeres más brillantes en teorizar sobre la nueva concentración del poder incompatible con el capitalismo.

5) Contexto. Cuando estuvo ahí, el Che Guevara dijo que si en algún lugar no tenía sentido hacer la revolución era Uruguay. Porque el contexto no es baladí. No es lo mismo oponerte a Rajoy que a Trump. No es lo mismo. Por eso, su “Mister Trump, sé que me está viendo, suba el volumen” que dijo nada más ganar se entiende (y reconforta, por cierto).

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Rocío Martínez-Sampere
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Habrá tiempo para analizar si Mamdani es algo nuevo o una versión florida de lo ya conocido. Si es algo extrapolable o flor de un día. Incluso, si es contraproducente y es la mejor excusa para que Trump eleve el tono de sus barbaridades. Veremos. Mientras, apréndanse su nombre. Igual hay algo ahí.

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