La resurrección de los tiranosaurios

LA COMEDIA HUMANA

Los dueños del universo asistieron a un banquete en la Casa Blanca esta semana para festejar a un dictador. No, no a Franco en el 50.º aniversario de su muerte, sino a alguien parecido, Mohamed bin Salman, el caudillo de la monarquía absolutista saudí. La diferencia es que uno defendió el catolicismo más fanático, el otro defiende—en competencia con Irán--el Islam más represor.

Además del anfitrión, el aspirante a dictador Donald Trump, los dueños del universo en la cena incluyeron a Elon Musk, el hombre más rico del mundo, presidente de Tesla, Starlink, Space X, Twitter y mucho más; Jensen Huang, presidente de Nvidia, la empresa más valiosa del mundo, líder mundial en la producción de los semiconductores que impulsan la alta tecnología; Tim Cook, CEO de Apple (iPhones, etcétera); David Ellison, magnate de Hollywood; Gianni Infantino, presidente de la FIFA, y Cristiano Ronaldo, el segundo mejor futbolista del mundo en el siglo XXI, hoy ídolo en la liga saudí.

Entre ellos controlan el bienestar, la vida, la muerte y el futuro de la humanidad. Tienen en sus manos las palancas para determinar si hay guerra o paz, si hay hambre o abundancia, si se impone la ignorancia o el conocimiento; para fijar el rumbo de la salud mundial, de la inteligencia artificial, de las comunicaciones globales, de las energías renovables, de lo que vemos en televisión, de las expediciones extraterrestres o del fútbol; o para decidir si acabar con el planeta Tierra apretando el botón nuclear. Cristiano tiene menos capacidad de influir en nuestras vidas, se supone, pero su presencia tuvo un valor decorativo importante en la Casa Blanca: los poderosos hicieron cola para hacerse selfies con él.

Pero ante todo vinieron a rendir pleitesía al príncipe Bin Salman, lo que quizá indique el desenlace que favorecen en la batalla global vigente entre el autoritarismo y la democracia: el mismo que aquel 18 por ciento de la juventud española que dice desear el retorno del franquismo, según una encuesta esta semana. Veamos algunos de los puntos en común entre Franco y Bin Salman, guardianes ambos de sus respectivas fes.

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Oriol Malet

A favor de la pena capital (van 320 decapitaciones confirmadas en Arabia Saudí este año); en contra de la libertad de expresión (hasta 34 años de prisión por tuits contra el régimen saudí); en contra de la homosexualidad (prisión, como mínimo); y los derechos de las mujeres subordinados por ley a la voluntad de los hombres. En uno imperaba la ley según la interpretación franquista del mensaje de Jesucristo en los Evangelios; en el otro, la ley sharía derivada de las instrucciones morales del Profeta en el Corán.

Otra cosa que tienen en común la vieja España y la Arabia moderna es el beneplácito de Estados Unidos. Washington consideró a Franco un aliado, igual que considera a Bin Salman un aliado hoy. En el primer caso por su participación durante la guerra fría en la cruzada mundial contra el comunismo; en el segundo, por su cruzada compartida contra Irán y por las espectaculares cantidades de dinero provenientes del petróleo.

Trump y los dueños del universo rinden pleitesía al caudillo de la monarquía absolutista saudí

Este es el mundo como es, la realpolitik que obliga a gobiernos a tratar con el diablo porque consideran que, si no, ponen sus economías –es decir, el bien material de su gente– en riesgo. No es bonito, ni justificable, pero quizá sea comprensible. Otra cosa es que los individuos hagan negocio con Arabia Saudí, como Leo Messi, Rafa Nadal o la familia Trump, todos los cuales se han embolsado jugosas cantidades de petrodólares en los últimos dos o tres años. Pero como diría Trump, “¿qué le vamos a hacer?”.

Esa sería la traducción de la respuesta que el presidente de Estados Unidos dio esta semana a una periodista que preguntó sobre el papel de Bin Salman en el asesinato y descuartizamiento de otro periodista, el disidente saudí Jamal Kashoggi, en el consulado de su país en Estambul hace siete años. Tanto la CIA, como la ONU, como varias oenegés han concluido que Bin Salman tuvo que haber ordenado la muerte de Kashoggi.

En una rueda de prensa en la Casa Blanca esta semana, en la que Trump y el príncipe estaban sentados uno al lado del otro, Trump salió en defensa de su amigo saudí diciendo, entre otras cosas, lo siguiente: “A mucha gente no le gustaba ese señor (Kashoggi) del que habla”; Bin Salman “no supo nada del tema y dejémoslo así”; “no hay por qué incomodar a nuestro invitado haciendo una pregunta así”, y “things happen”, cuya traducción literal sería: “Las cosas pasan”, pero prefiero mi versión: “¿Qué le vamos a hacer?”.

Esta fue la semana también en la que Trump llamó a una periodista “piggy” (cerdita), acusó a otra de ser “una persona terrible” y amenazó con cerrar una de las cadenas de televisión más importantes de su país, ABC. Después lanzó una señal más alarmante aún de algo que se sospecha hace tiempo, que sueña con poseer el mismo poder tirano del que disfruta su amigo saudí y, si estuviera vivo, del que también hubiera sido su amigo, el Generalísimo Franco.

Quienes apoyan a Vox deberían pensar en qué significaría imponer una versión católica de la sharía en España

Como si le hubiese emborrachado la presencia a su mano derecha de Bin Salman durante el banquete, Trump respondió con lo siguiente en su red social particular, Truth Social, a un grupo de congresistas demócratas que le habían ofendido en un anuncio televisivo: “¡COMPORTAMIENTO SEDICIOSO, punible con la MUERTE!”. Luego se calmó un poco y, con más suavidad, agregó: “Esto es realmente malo y peligroso para nuestro país. No se pueden permitir sus palabras. ¡¡¡COMPORTAMIENTO SEDICIOSO DE TRAIDORES!!! ¡¡¡ENCARCÉLENLOS!!!”.

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Tanto Franco en su día como Bin Salman hoy demuestran más sutileza en las formas que Trump, aunque hay que reconocerles más éxito, de momento, en llevar sus ideas a la práctica. Tal vez sería útil que aquellos de nuestros jóvenes compatriotas que desean regresar a la época franquista reflexionaran sobre qué significaría para sus vidas imponer una versión católica del régimen de la sharía en España. Y que reflexionaran también aquellos, tanto jóvenes como mayores, que expresan en las encuestas su creciente apoyo a Vox, el partido que admira y aspira a emular al que un comentarista norteamericano bautizó esta semana como “tiranosaurio Trump”.

¿De veras quieren volver a la prehistoria? Piénsenlo bien, camaradas. Piensen en serio en qué diría Cristo Rey.

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