Más vale honra sin Eurovisión que Eurovisión sin honra. De ahí la gesta y el gesto de RTVE, que boicoteará el próximo certamen como protesta por la participación de Israel. No estamos ante un hecho baladí ni una cortina de humo: la historia acomplejada de España no se explica sin su relación sadomasoquista con Eurovisión.
El anuncio es una bomba de relojería que eclipsa el grito de “¡Viva el Sáhara libre!” De la vicepresidenta Yolanda Díaz el día que su Gobierno celebraba una cumbre con el de Marruecos y no una cena de empresa.
Gracias a Eurovisión, la ciudadanía nunca se ha tomado muy en serio lo de España sino más bien a chunga. Izquierdas y derechas coincidían en partirse el pecho con lo de Spain, zero points. Cuanto peor, mejor... Y más divertido. ¡Hasta el gran Puigdemont practica este rasgo de españolidad!
El boicot crea interrogantes de calado. RTVE no solo no enviará a ningún artista sino que tampoco emitirá Eurovisión 2026. ¿Retransmitirá Telemadrid el festival y se apuntará un tanto Isabel Díaz Ayuso, patrona de la restauración y alma de karaoke? ¿Boicoteará RTVE el festival año tras año en tanto Israel exista y Palestina no sea un Estado democrático?
El boicot de RTVE crea dudas de calado: ¿retransmitirá Telemadrid el festival?
A falta de jurado popular para votar en Eurovisión, ¿aumentará la presión el PP para que haya elecciones? Y si no hay canción que defender ni representante que elegir, ¿que será del Benidorm Fest, las primarias del festival? Que estos son capaces de inventar algo...
Hoy, España da una lección moral a Europa y de paso le devuelve a Eurovisión el golpe de que durante el franquismo nuestro país fuese admitido y vapuleado año tras año por jurados extranjeros, mientras la gente –hoy ciudadanía– se partiera la caja con lo de los zero points. Una lástima porque, tal como está el patio, ya no podremos ni reírnos de nosotros mismos, ese antídoto contra el nacionalismo.
Hay quien se alegrará del boicot y elevará Eurovisión a la categoría de foro serio, geoestratégico y unamuniano. Todo es posible, salvo que España haga el ridículo en Viena, como tanto nos desternillaba a los del régimen del 78.
