La claque

La claque
News Correspondent

La claque ha vuelto. No es nuevo. Pero ahora los miembros de la claque ya no aplauden a rabiar a quien les paga o por temor a perder el trabajo, sino que lo hacen por un auténtico sentimiento de pánico. Que no se enfade el emperador, que no se me acuse de falta de entusiasmo por parte de mis compañeros de bancada, que no se dude de mí en una polémica en redes. Esos políticos, dirigentes, haters o palmeros en cuestión se están jugando la existencia. La selección negativa y la precariedad laboral han hecho que el día que dejan de ser diputados, tertulianos o basureros ya no sean nada. Muertos en vida, decapitados, defenestrados. De ahí el vigor de la claque a favor de la turba, los linchamientos, presidentes de gobierno y de fútbol, causas, banderas y psicopatía en general­.

Pedro Sanchez en la Comisión Koldo en el Senado Alejo Miranda de Larra

 

Dani Duch

Nerón, ese modelo cuyo molde se conservó en Queens como un Godzilla dormido en el hielo hasta nuestros días, fue el primero con claque. Contrató a cinco mil jóvenes para que le vitoreasen cada vez que saliera a escena a canturrear o recitar parlamentos. Les iba la cabeza en ello. Aduladores hubo en épocas posteriores, pero sobre todo cuando los franceses decidieron asegurar el éxito de obras y operetas comprando entradas, regalándolas a cambio de un fervor fuera de toda duda.

Los franceses aseguraron el éxito de obras y operetas regalando entradas a cambio de fervor

A principios del siglo XIX la claque ya se había profesionalizado e incluso existían agencias de claqueros con organización interna propia. Muchos de estos cargos siguen en la actualidad. Fíjense en las comisiones del Senado, Congreso o parlamentos autonómicos, despacho oval y ruedas de prensa del Kremlin, junta de compromisarios o programas televisivos, y verán cómo aún están los aplaudidores y los jefes de aplauso, los de las risas ensordecedoras y los que piden siempre un poco más.

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La mencionada selección negativa de los partidos y la rendición de las sociedades democráticas ante el autoritarismo y la figura de Tony Soprano yanqui o eslavo hacen que la inmensa mayoría de los políticos y comunicadores solo sean claque pendiente de no perder su empleo. No ha ayudado una sociedad desarticulada y el matonismo en redes que nos ha convertido en seres acobardados y ventajistas. Pero la adulación siempre ha sido en vano. Todos los bufones cayeron en desgracia, todos los validos fueron decapitados.

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