La líder opositora venezolana, María Corina Machado, expresó ayer en rueda de prensa en Oslo su esperanza de que su país “volverá a ser libre”. Unas palabras que enlazaban con las que, el día anterior, había leído su hija Ana Corina Sosa al recoger en nombre de su madre el premio Nobel de la Paz en el Ayuntamiento de la capital noruega. “Venezuela volverá a respirar”, dijo, leyendo el discurso que la galardonada no pudo pronunciar al no poder llegar a Oslo a tiempo para la ceremonia.
“Para tener paz se necesita democracia –dijo la dirigente de 58 años en una rueda de prensa ayer, acompañada del primer ministro laborista noruego–. La democracia es el sistema que posibilita la paz en una sociedad, pero no se puede tener democracia sin libertad”. Después de más de un año en la clandestinidad en su país, la de ayer fue su primera aparición pública tras un azaroso viaje para abandonar su país y poder llegar, con la ayuda de Estados Unidos, a la capital noruega. Corina Machado se disfrazó para esquivar hasta diez controles militares y poder huir de Venezuela hasta la isla caribeña de Curaçao a bordo de una pequeña barca pesquera.
La líder opositora ha permanecido oculta desde que el Gobierno venezolano tomó medidas para reprimir la disidencia tras los resultados de las controvertidas elecciones presidenciales de julio del año pasado, en los que la oposición y los observadores internacionales vieron un claro fraude. Reapareció solo una vez en enero, en una protesta contra la toma de posesión de Nicolás Maduro para un nuevo mandato.
La líder opositora afirma que Venezuela ya está invadida y loa las “acciones decisivas” de Trump
Corina Machado expresó su deseo de volver a Venezuela para proseguir su labor, aunque no concretó ni cuándo ni cómo. La pregunta es cuáles serán sus próximos pasos y si podrá volver a su país y evitar un exilio como el de Edmundo González, que la sustituyó como candidato opositor a la presidencia cuando ella fue inhabilitada y ahora vive en Madrid.
Cuando se le preguntó sobre si apoyaría una intervención militar de EE.UU. En Venezuela, se limitó a decir que pide a la comunidad internacional ayuda para frenar la violencia, la represión y las fuentes de financiación que sostienen al régimen de Maduro. “Algunos hablan de una invasión de Venezuela, de la amenaza de una invasión, y yo respondo: Venezuela ya ha sido invadida. Tenemos agentes rusos. Tenemos agentes iraníes. Tenemos grupos terroristas como Hizbulah y Hamas que operan libremente en consonancia con el régimen. Tenemos a la guerrilla colombiana y a los cárteles de la droga”. Luego, en una segunda rueda de prensa, dijo que “las acciones de Trump han sido decisivas para estar donde estamos ahora: el régimen está más débil que nunca. Ahora han empezado a entender que esto va en serio”.
Corina Machado, que el miércoles tuvo en la ceremonia en Oslo el apoyo de cuatro presidentes que hoy representan a la nueva derecha latinoamericana, mantiene posiciones muy conservadoras. Es partidaria de una intervención estadounidense para forzar la caída de Maduro, siempre ha manifestado su agradecimiento a la política de Donald Trump sobre su país y no ha criticado las actuaciones extrajudiciales militares de Estados Unidos contra supuestas narcolanchas ni las deportaciones de venezolanos ordenadas por el presidente estadounidense.
El respaldo de EE.UU. Y el Nobel suponen un doble golpe de Machado al régimen de Maduro
La nueva Nobel de la Paz se ha convertido en un baluarte de la batalla democrática contra los autoritarismos. Ha asumido la responsabilidad política de la ofensiva impulsada desde Washington contra el régimen de Maduro y, reforzada por el reconocimiento internacional que implica el Nobel, su objetivo es afirmar la idea de que Venezuela tiene ahora una oportunidad histórica para romper con el chavismo y sacarlo del poder.
En cualquier caso, el futuro de Venezuela y de Maduro parecen estar no tanto en la capacidad de actuación de Corina Machado como en si finalmente Donald Trump emprende una acción militar terrestre, algo que parece aún no tener completamente decidido y que provoca divisiones en su propio equipo de asesores, pese a que multiplica la campaña de presión contra el Gobierno chavista, siendo el último ejemplo la incautación de un petrolero frente a la costa venezolana.
Corina Machado ha asestado ciertamente dos golpes críticos a Maduro: lograr el respaldo de Trump y obtener el Nobel de la Paz, lo que la ha convertido en símbolo mundial de la lucha por la libertad y en una líder cuyo objetivo principal es liberar a Venezuela de una dictadura represiva. El autoritarismo de Maduro carece de legitimidad democrática para seguir en el poder y Venezuela necesita recuperar el pluralismo y la convivencia. Ojalá los encuentre con una salida pacífica y ordenada, aunque no será fácil, ya que el líder chavista no abandonará el poder voluntariamente.