Robe. Sin acento en la e. Si fuese un verbo conjugado, sería la 1.ª o 3.ª persona del singular del presente de subjuntivo del verbo robar, muy utilizado esta semana en demasiadas informaciones. Por momentos ha parecido que entre corruptos, corruptores y acosadores, se iba todo a tomar por culo.
En una de sus últimas entrevistas, con David Broncano, Robe reivindicaba el uso más frecuente del “iros a tomar por culo”, así, sin matices. Sin rodeos. Iros todos a tomar por culo fue el título del primer disco en directo de Extremoduro. No sé si iba dedicado a alguien en especial, pero estos días muchos lo habríamos adoptado como eslogan. Era 1996, y Extremoduro ya lo petaba. Habían llegado a lo más alto sin promoción, sin marketing, saliendo de los márgenes, sin radiofórmulas que los pinchasen. Para pincharse ya estaban ellos. Fue un éxito contra pronóstico, se habían colado por alguna rendija mal sellada del sistema. Míticos fueron sus conciertos en los que no se sabía ni cuántos ni en qué estado iban a aparecer los miembros del grupo en el escenario. Y ni así fracasaron. Conectaban por la vena con un público que se sentía representado por aquella anarquía, por aquel caos, por la poesía y la voz desgarrada de Robe con el torso desnudo y la guitarra colgando.
Extremoduro fue un éxito contra pronóstico, se coló por una rendija mal sellada del sistema
Muchos años después, con un Robe Iniesta más reposado y ya sin Extremoduro, en su gira presentando el disco Mayéutica, coincidimos en el Sant Jordi con Jose y David Muñoz. Estopa y muchos otros no serían lo que son sin Extremoduro. Se acercaba el final del concierto y Alen, el representante de Robe, nos dijo si queríamos conocerle. Nos pusimos muy nerviosos, pero fuimos. Apareció como un mesías por el pasillo del backstage. Había algo místico en él, como si viniese de otra dimensión. No nos salían las palabras. David, casi balbuceando, le contó que su sueño sería hacer una canción a dúo con él. Robe, con elegancia, le contestó que no le gustaban mucho esas cosas. Entonces vi mi oportunidad. Y una entrevista conmigo, ¿la harías? ¿Contigo? Contigo menos. En otra ocasión le propusimos participar en un programa con el otro Iniesta de nuestra vida, Andrés. Iniesta vs Iniesta. Nos hacía gracia la combinación. El yin y el yang de la España artística. Tan diferentes y tan genios. La idea funcionaba en nuestras cabezas, pero el Iniesta músico nos mandó a tomar por culo. Nunca entrevisté a Robe. Y ahora pensándolo bien creo que fue un gran logro. Porque las leyendas no deben dejarse entrevistar.
Esta semana he contemplado, a veces con asombro, una ola tremenda de reconocimiento al que sin duda ya es uno de los grandes compositores y poetas de este país. Se ha hablado mucho y bien de Robe. Hemos vuelto a ver actuaciones que en su momento fueron un escándalo. La más famosa, la que hicieron en el circuito catalán de TVE en 1990, en un programa llamado Plàstic y donde conocimos a Tinet Rovira, hoy uno de los grandes productores televisivos de España (OT, Tu cara me suena). Hicieron dos temas: Extremaydura y Jesucristo García. Robe, con túnica blanca y cadena de candado a modo corona de espinas, cantaba algo que todavía no sabíamos que iba a ser un himno: “Por conocer a cuántos se margina / Un día me vi metido en la heroína / Aún hubo más, menuda pesadilla / Crucificado a base de pastillas (...) Los mercaderes ocuparon mi templo / Y me aplicaron ley antiterrorista”. La actuación acababa con el Robe asesinado por su guitarrista ataviado con un tricornio, al ritmo de “perdona a tu pueblo, señor”. Por menos algunos que estos días lo han ensalzado le hubiesen llevado a la Audiencia Nacional. Pues eso, que nos podemos ir todos a tomar por culo.
