En el gimnasio, me hacen unas pruebas llamadas “de bienestar”; me miden, me pesan, calculan el agua de mi cuerpo, hago unos ejercicios de movilidad (sale regular), de equilibrio (bien), de fuerza (mal), de cardio (habrá que repetirlos). Resultado: mi edad es equivalente a cuarenta y seis años. Como en realidad tengo cuarenta y ocho, me parece una buena noticia, pero por lo visto no lo es. Para estar en forma, debería quitarme más años. Reto de cara al 2026: rebajar la edad que marca este aparato. Año nuevo, año menos.
Hace unos días, Spotify indicaba a los usuarios qué edad tienen a partir del tipo de música que escuchan. A mis amigos con hijos pequeños los situaba en la primera madurez, y a los que no tienen hijos –o no comparten con ellos la playlist –, en la senectud. Una solución bastante patillera la de considerar que si te gustan las canciones del siglo pasado eres menos joven que si las canciones son actuales.
¿Cómo ser antiedadista si lo que promueve la publicidad es lo contrario?
Las cremas y los cosméticos ofrecen tratamientos antiedad. Combaten los signos del envejecimiento, corrigen los signos de la edad. Anti, combatir, corregir. Como si la edad fuera algo de lo que avergonzarse, y no un orgullo. Hay que acabar con el paso del tiempo. Las arrugas son feas, alísalas, rellénalas, disimúlalas. La flaccidez es tremenda, quítatela y verás cómo rejuveneces. Oculta que llevas años en este mundo, que has presenciado y sabes más cosas que muchos de los que te rodean, la vejez está mal vista.
Así, ¿cómo se va a combatir y corregir el edadismo (esa discriminación hacia la gente mayor o anciana)? ¿Cómo ser antiedadista si lo que promueve la publicidad es lo contrario y fomenta los desafíos contra la edad propia y se nos insta a competir con los demás, a ver quién consigue aparentar menos años?
Hay una edad comercial, que no sé exactamente cuál es porque es abstracta, pero que nos venden como ideal y siempre será inferior a la nuestra. El target es aquel grupo de personas que pueden interesarse por unos productos o servicios. Si lo que les vendes es esta edad ideal (y la manera de conseguirla), si la monetizas, compran seguro. Esta edad comercial se utiliza como sinónimo de bienestar, de salud, de belleza, de estar al día. Son propósitos deseables, pero no hay necesidad de prometerlos a través de una edad que ya tuviste cuando tocaba.
