Cuerpo a tierra: vuelve la Carey

Dios envió a Jesucristo a la tierra un 25 de diciembre y, como castigo por darle crucifixión, cada Navidad nos endosa, año tras año desde 1994, el presunto villancico All I want for Christmas is you de Mariah Carey, en el que mucho rechazar regalos para acabar sonando en todos los centros comerciales del planeta.

Al parecer, estamos ante la canción más exitosa del periodo navideño, la banda sonora –¡chúpate esa!– de estos días de enajenación y la confirmación de la rendición de Europa a EE.UU. Y de lo que le falta a China para dominar el mundo (dominar el estilo de vida).

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No se me ocurre mayor tortura y alegría para estas fiestas que la de atar a un ejemplar de la familia política el día de Navidad, taparle la boca con cinta aislante y dejarlo hora, hora y media con All I want for Christmas is you en bucle mientras los más pequeños bailan en corro una danza apache.

¡Si jugamos a yanquis, jugamos!

Yo ya entiendo que ciertas canciones revitalizan el comercio y son motor del optimismo sin el cual uno no pisaría una galerías, unos grandes almacenes o un shopping mall estas fechas. El problema está en el empalago que provoca la canción, digno de aquellos polvorones que entraban en las casas por Navidad y no terminaban en la basura hasta mayo.

A diferencia de ‘Los peces en el río’, ‘All I want for Christmas is you’ exige afinar

Por culpa de Mariah Carey y su afamada canción, el patrimonio cultural español está perdiendo su gran himno navideño, surrealista y etílico: Los peces en el río. Y digo etílico porque solo una mente obnubilada por el coñac, el anís Machaquito o los bombones con alcohol que se zampaban los menores puede cantar sin pestañear “mira como beben los peces en el río... Y vuelven a beber”. ¿Acaso no es surrealismo y ganas de estigmatizar las truchas, los salmones y otras especies fluviales, si bien es cierto que pegan saltos y dan unas piruetas fuera del río propias de ­borrachuzos?

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