La Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de EE.UU., publicada el 5 de diciembre, ha causado estupor en ciudadanos y dirigentes europeos. Sugiere un mundo darwiniano de esferas de influencia similar al descrito en la novela de Orwell 1984, publicada en 1949, donde rige el equilibrio de poderes entre regiones llamadas Oceanía (incluidos el hemisferio occidental y el mundo anglosajón), Eurasia (con Europa continental bajo la Unión Soviética) y Asia del Este (incluidos Japón y China).
Las Américas, que constituyen la mayor parte del hemisferio occidental, son el principal interés de la NSS para reafirmar la supremacía estadounidense, basándose en la doctrina Monroe y la adición de Theodore Roosevelt, que facultaba a EE.UU. Para intervenir como garante del orden en naciones vecinas percibidas como inestables o mal administradas. Ahora se incorpora el “corolario Trump”, que prohíbe a entidades extranjeras el control de recursos esenciales en la región. China se identifica como el principal rival, mientras que Rusia no representa una amenaza y es crucial para restaurar el equilibrio estratégico en Eurasia, poniendo fin al conflicto en Ucrania. La NSS sostiene que Europa está desviándose, perjudicando la libertad de expresión y encaminándose hacia la autodestrucción de su civilización debido a sus políticas migratorias. La Unión Europea, según el documento, debilita la libertad política, la soberanía y las identidades nacionales. La meta de EE.UU. Debería ser asistir a Europa en la rectificación de su rumbo, apoyando a partidos “patrióticos” y naciones “saludables” en Europa Central, Oriental y Meridional. Adicionalmente, debe garantizar que las compañías estadounidenses dispongan de acceso al mercado y un trato equitativo, una referencia implícita a las facultades regulatorias y punitivas de la Comisión Europea, particularmente en el ámbito digital.
Europa requiere una capacidad de defensa independiente y debe priorizar su bienestar económico.
La NSS defiende la tolerancia y la no injerencia en los regímenes de gobierno fuera del hemisferio occidental, con la salvedad de Europa, debido a que “Europa es estratégica y culturalmente vital para EE.UU.”. Se percibe que el modelo democrático liberal europeo, controlado por élites en declive, representa un obstáculo para la revolución impulsada por la actual Administración estadounidense. La UE es vista como un oponente. Elon Musk, tras la sanción de 120 millones de euros impuesta por la Comisión Europea a X, afirmó que “la UE tiene que ser abolida y la soberanía devuelta a los países individuales”. Esto concuerda con las aspiraciones de Rusia.
¿Debería la UE interpretar el documento de estrategia de EE.UU. De manera estricta o solo como una guía? La Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) muestra la influencia de varios grupos que buscan moldear las decisiones del presidente: el movimiento MAGA, representado por el vicepresidente Vance; los enfoques transaccionales, como los del secretario del Tesoro Bessent; los intereses empresariales, de figuras como Kushner y Witkoff; o los republicanos convencionales, como Rubio. Si bien se puede intentar encontrar una lógica geopolítica o económica en la estrategia, en última instancia, es el presidente de EE.UU. Quien toma las decisiones, y su enfoque puede ser bastante impredecible.
Mapa ficticio del 1984 de George Orwell.
¿De qué manera debe Europa orientarse en el escenario de las esferas de influencia de la tríada conformada por EE.UU., Rusia y China? ¿Qué recursos posee? China, además de su magnitud y potencial de manufactura e invención, cuenta con tierras raras esenciales para la era digital. Rusia es una nación con armamento nuclear y una economía precaria que EE.UU. Busca desvincular de China. La UE dispone de un mercado considerable y una facultad regulatoria de alcance mundial (fundamental para las compañías estadounidenses), representa un bastión (hasta el momento) del imperio de la ley y la democracia liberal, y el euro se perfila como una posible divisa de reserva internacional. Estos factores posibilitarían que la UE, junto al Reino Unido, encabezara las democracias liberales globales, estableciendo un centro de gravedad a favor del libre intercambio y los organismos multilaterales. Para lograrlo, se requiere una capacidad de defensa independiente, incluyendo la nuclear, y fijar como meta la bonanza económica, unificando el mercado de bienes y servicios, emitiendo deuda conjunta y agilizando la normativa para enfocarse en los impulsores de crecimiento e innovación (en lugar de, por ejemplo, regular la proporción de fruta en las mermeladas).
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El desafío reside en cómo lograrlo con la estructura institucional existente y ante el crecimiento del populismo. Se necesita una alianza de naciones para impulsar el proyecto, ya que la UE de los 27 no podrá hacerlo, y que los partidos mayoritarios de esas naciones recuperen su capacidad para solucionar las inquietudes de los ciudadanos, lo cual serviría como un antídoto contra el populismo. Todavía hay tiempo.