El Partido Socialista Obrero Español se define como un partido feminista, de forma muy marcada y enfática, siendo el máximo exponente del feminismo. ¿Quién osaría cuestionar esto? Ciertamente no yo. Sin embargo, hay un aspecto que me genera incertidumbre: la definición de feminismo que maneja el PSOE.
Un gran número de personas parece pensar que ser mujer es suficiente para ser feminista, o simplemente autodenominarse así, o tener una madre. Porque, francamente, ¿quiénes son ustedes, si se me permite preguntar, para distribuir credenciales de feminismo? Es como si declarara ser psicoanalista, o cristiano, o ecologista; ¿quién se atrevería a cuestionarme si he leído a Freud, si sigo el Evangelio o si reciclo?
Al frente del Ministerio de Igualdad, sería prudente contar con un conocimiento básico del feminismo.
Por supuesto, no seré yo quien exija responsabilidades a nadie, a menos que quien se presente como psicoanalista pretenda tener pacientes, o el supuesto ecologista sea ministro del área, o quien se dice cristiano sea el Papa. Siguiendo la misma lógica, supongo que si diriges el Ministerio de Igualdad, quizás no estaría de más que supieras algo de feminismo, si no más, lo básico. No sea que lo tomes como lo suelen hacer los partidos: como una etiqueta que sirve para captar votos y criticar al adversario, pero que no te exige nada a ti. Que no te impide, por ejemplo, el día 8 de marzo, asistir por la mañana a la manifestación del “feminismo” (permitan las comillas como una sutil referencia a mis puntos de vista personales) de tipo A, que aboga por cien géneros disponibles y la legalización del “trabajo sexual” (mismo motivo para las comillas, si me permiten) y por la tarde a la del feminismo B, que reclama la abolición del género y la prostitución. Al parecer, la ministra opina que estar en contra del género y la prostitución es feminismo, estar a favor también es feminismo, y no saber tampoco es feminismo… en otras palabras: los votos de unas, ¡para nosotros!, los de las otras, ¡también para nosotros!, solo nos interesa a quién votan (a nosotros), no qué creen estar votando.
Pero… una pregunta. Supongamos, solo por suponer, que un presidente de Diputación de su partido ofrece puestos a mujeres a cambio de arrodillarse, ya me entienden. Si el 8 de marzo se manifestó (por la mañana) en apoyo del “trabajo sexual”, ¿a qué viene que el 12 de diciembre se escandalice?, si el señor presidente lo que está haciendo es una propuesta laboral, como si estuviera realizando encuestas o preparando un plato típico... Parece que su partido y usted tienen un inconveniente, que no es el de poner en práctica lo que predican, sino el de saber qué demonios predican. Y algunas votantes suyas estamos hartas.
