Juegos de guerra

Hace poco más de un año, salí de X. Siempre me lo había tomado como un juego, pero se volvió tan agresivo que dejó de divertirme: desgasta la imaginación, la autoestima, el sentido del humor, y no puedes ganar. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, el antiguo Twitter lo volverá en tu contra. Tanto da que sea verdad o mentira; allí adquiere una dimensión manipulada que se alimenta –precisamente– de cualquier intento por aclarar las cosas.

La adicción a las redes sociales azota a los jóvenes: ¿Hay que prohibir el 'scroll' infinito?

 

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Con mala idea o mala información, alguien publica un bulo: “Es una vergüenza que en la conferencia internacional de colores no esté el verde”. Enseguida todos los sensibilizados con el verde, con la libertad cromática, y todos los críticos con quien contrató a los organizadores, contestan que es un escándalo, exigen dimisiones. Da igual que en la conferencia participen el esmeralda, el lima y el caqui, da igual si la organización habla con quien soltó el bulo y le muestra su error. No lo retirará. Porque, vale, sí, a lo mejor hay verdes, pero en realidad lo que hace falta son azules, y ¿dónde están?, ¿eh?

La libertad de expresión en las redes puede condenarte en muchos sentidos

Las redes en general, y X en particular, utilizan los contenidos para descontextualizarlos y llevarlos a la guerra. Independientemente de cuál era su intención, todos acabarán confrontados o ignorados. Así, uno pierde el control sobre lo que ha publicado, que será juzgado por unos intereses contrarios a los suyos. Estados Unidos planea revisar los últimos cinco años del historial en redes de los viajeros extranjeros que quieran acceder al país. La libertad de expresión puede prohibirte la entrada, aunque sea para hacer turismo.

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De hecho, la libertad de expresión en las redes puede condenarte en muchos sentidos. Cuando me fui de X, sentí paz. Era un descanso no estar pendiente de lo que pasaba en las trincheras ni de las reacciones que pudiera provocar un tuit, no calcular cada palabra, cada like, no pensar a partir de lo que ocurriera allí. En la película Juegos de guerra, un joven hacker encuentra el modo de evitar que la supercomputadora del Departamento de Defensa inicie un ataque nuclear por un error informático: hace que compita consigo misma al tres en raya. Como no hay solución, entra en bucle hasta que se cortocircuita. Los que están dentro no se dan cuenta, pero desde fuera parece que X se halla justo en ese punto.

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