Dickens acertó. Los célebres párrafos iniciales de Historia de dos ciudades continúan reflejando con precisión la realidad actual. “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de la fe y de la incredulidad, la era de la luz y de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación… En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual que…”.
La mayoría de los españoles conocen bien la situación de escasez. En nuestro país, un gran número de ciudadanos subsisten en condiciones de pobreza, enfrentando serias dificultades para vivir con dignidad. La inestabilidad laboral es inaceptable. La división política expone diariamente los aspectos más negativos de la esfera pública. El coste de la vivienda es prohibitivo. La corrupción se ha extendido ampliamente. Hay demasiados Mazones y Cerdanes. El poder judicial interviene en la política y numerosos cargos públicos acaban siendo investigados por la justicia. Y así sucesivamente.
Fuera de España, la situación es similar. Trump está desmantelando la democracia estadounidense como si fuera un juego de construcción de Joe Biden, haciendo del mundo un lugar impredecible y caótico. La UE presenta el perfil político de una sucursal bancaria de una ciudad pequeña. La extrema derecha avanza en todo el continente. En Gaza, las muertes siguen ocurriendo a pesar del alto el fuego. Ucrania se esfuerza por impedir una derrota que podría dejar a Europa bajo la amenaza directa de Rusia.
Aunque atravesamos un periodo difícil, la verdad es que la situación es más favorable de lo que comúnmente reconocemos.
En todos los ámbitos, el avance tecnológico se está transformando en una preocupación alarmante. Nuestra existencia está intrínsecamente ligada a las pantallas. Los dispositivos móviles están mermando nuestra inteligencia. Las plataformas digitales son controladas por actores ocultos. La inteligencia artificial tiene el potencial de someternos y, simultáneamente, de desplazar a un gran número de empleados. El calentamiento global prosigue sin que se implementen medidas efectivas para detenerlo.
Diariamente escuchamos sobre todo esto. Pero si el lector me concede permiso, dado que el jueves será Navidad, hoy me centraré en la perspectiva optimista, la que no se discute con tanta frecuencia.
Abramos los ojos y observemos con serenidad nuestro entorno. Son épocas difíciles, sin duda, pero son más favorables de lo que tendemos a reconocer. Vivimos más tiempo que en cualquier otro momento, y con una mejor calidad de vida. El ingreso por habitante de los españoles se encuentra en su punto más alto histórico. Nunca habíamos experimentado una tasa de desempleo tan baja. Si disfrutamos de viajar, podemos hallar pasajes aéreos a precios extraordinariamente bajos. La libertad en materia sexual es más extensa que jamás. Las oportunidades de entretenimiento son considerablemente más diversas. Hace un siglo, Mencken redactó: “El rasgo básico de la existencia humana no es ser una tragedia, sino un peñazo”. En la actualidad, esa afirmación carecería de significado. Hoy en día, con acceso a wifi, uno tendría que ser un inanimado para experimentar aburrimiento.
Lo tenemos todo en la punta de los dedos. ¿Nos apetece cordero tikka masala para comer? En un cuarto de hora nos lo traerán a casa. ¿Necesitamos pareja para divertirnos un rato esta noche? En una app de citas encontraremos las que queramos. ¿Nos gustaría volver a ver Senderos de gloria, Amarcord o Todo sobre mi madre ? En un pispás la tendremos en la pantalla. Nos hemos acostumbrado tanto a que nuestros deseos se hagan realidad de forma inmediata que nos impacientamos y el mínimo retraso nos hace sentir frustrados. Pero es una frustración de niños mimados, que a nuestros abuelos les provocaría hilaridad.
La Unión Europea atraviesa un periodo de dificultades, pero aún así funciona como un soporte y una salvaguarda frente a la imprudencia: debido a la gestión de equilibrios de Bruselas, independientemente de quién ocupe la Moncloa y el Palau de la Generalitat, es muy improbable que se materialicen transformaciones drásticas y significativas. De lo contrario, si existiera una amenaza genuina de que implementaran sus propuestas, Vox y Aliança Catalana no estarían ganando tanta popularidad en las encuestas. Además, será necesario observar si las proyecciones electorales se materializan en sufragios y si estos se traducen en medidas tan radicales como sugieren. Manifestar una insatisfacción porque la situación no cumple nuestras expectativas es una cosa, y dinamitar el sistema es otra muy distinta; si no, que se lo pregunten a Georgia Meloni.
Estados Unidos ha caído en manos de un grupo de perturbados y el mundo está patas arriba, pero los índices de popularidad de Trump bajan de forma sostenida. Si sigue así, dentro de nueve meses perderá las elecciones legislativas y durante los dos años que le quedarán en la Casa Blanca tendrá las manos atadas por un Congreso adverso y los líderes republicanos le irán dando la espalda uno tras otro.
Se comenta que las generaciones anteriores lo tuvieron más sencillo. Pero eso es una broma de mal gusto. ¿A qué generación se refieren? ¿La de la Guerra Civil? ¿La de la transición, con sus dudas y restricciones? Ni ellos mismos se lo creen. Seamos honestos: si tuviéramos la oportunidad de nacer de nuevo mañana y pudiéramos seleccionar nuestro lugar de nacimiento, sin conocer nuestra familia, estatus social o género, ¿no preferiríamos renacer aquí? Es cierto que hay aspectos que podrían mejorar. La desigualdad es flagrante. Numerosas personas luchan por cubrir sus gastos básicos. Sin embargo, la mayoría de los habitantes de esta nación nunca habíamos disfrutado de tantos derechos, un nivel de vida tan elevado o tantas oportunidades de esparcimiento como en la actualidad. Felices fiestas.
