Las Claves
- Joaquín Luna propone aceptar cualquier propuesta, desde la coliflor hasta Somalilandia, y cambiar el cubalibre por el lumumba.
- El autor planea
Esta jornada resulta perfecta para difundir los propósitos individuales de cara al 2026, un periodo esperanzador que proporcionará bienestar, riqueza y afecto a la población, como es de esperar. Presento mi relación de objetivos, centrada en el desarrollo masculino bajo la óptica de un antes, un después y una contingencia.
Instruirse en el hábito de aceptar. Consentir ante cualquier propuesta. Aceptación para la coliflor, aprobación para las danzas de salón, respaldo para la validación global de Somalilandia.
Compartir unas copas con mis amistades con más asiduidad, evitando ceñirme a los jueves, que ya son un hito de la juerga en Barcelona. Y diversificar mis preferencias: apartar el cubalibre para decantarme por el lumumba (brandy y cacaolat), ahora que se conmemoran 65 años del magnicidio del prócer congoleño.
Tengo el propósito de explorar la sierra, ese paraje situado seguramente tras el Tibidabo, donde las personas inhalan aire limpio y sufren esguinces. ¡Y adentrarme en el entorno natural! Esa progenitora que nos manda terremotos, desbordamientos y una serie de tareas que los mandatarios ignoran sistemáticamente en cada congreso, donde siempre aparece algún nativo amazónico, un pacto insuficiente y un pronóstico para el 2050 que invita al harakiri.
Empezar a aceptar la coliflor, transitar por las cumbres, cambiarme al lumumba...
Inscribirme en alguna actividad que jamás hubiera imaginado: un taller acerca de los escarabajos, métodos para relajarse que superen la simple indiferencia cotidiana, introducción a la vida austera, el idioma y las expresiones artísticas de Corea del Norte.
Establecer una huerta citadina en la azotea donde sembrar opiáceos, tomates raquíticos y especies carnívoras que devoren a los invitados o, en su lugar, al presidente de la comunidad de residentes.
Respaldar el antifascismo y demandar que la Sagrada Família se convierta en un espacio de revisión de la memoria histórica que cuestione severamente a Antoni Gaudí, transformando sus torres en viviendas para antifascistas que subsistan con recursos limitados.
Actualizar el pensamiento: dedicar más tiempo a observar deportes por televisión, integrar la actividad cinegética en los JJ.OO. De invierno y consumir leche, incluso la de origen vacuno.
Visitar el cine cada siete días –o incluso dos si vuelven a proyectar No desearás al vecino del quinto – y brindar palomitas a todo el público, a excepción de los situados en la fila de los mancos.
