La laicidad cometería un error si centrase su razón de ser en ir contra las religiones, sean cuales sean. El laicismo es mucho más que todo eso, porque lo que trata es de proteger que el espacio público (cultural, social y político) no sea usado y mucho menos monopolizado por cualquier religión, como pasa en España con la católica. El laicismo nunca niega el derecho de los individuos a tener una práctica religiosa, siempre que esta ocurra en los aposentos que cada religión tenga al efecto. Es decir, templos, mezquitas o sinagogas, pero nunca en instituciones democráticas, escuelas, universidades, hospitales, etcétera. El laicismo defiende el ejercicio de la democracia sin intromisiones religiosas, evitando así una suerte de teocracia. El espectáculo que aún se ve en la toma de posesión de algunos ministros en España, con el símbolo de un crucificado presente, perturba y avergüenza a muchos ciudadanos, incluso aun siendo muy creyentes.
Horacio Torvisco
Alcobendas