La inmigración no siempre puede compensar la baja natalidad y el envejecimiento de la población. No todos los que llegan tienen formación para sustituir a ingenieros, médicos, jueces, arquitectos y un largo etcétera. Muchos tardarán mucho tiempo en lograr la cualificación para determinadas profesiones. Tampoco tenemos que olvidar los 2.500.000 desempleados, el 10,5% de la población activa, de nuestro país. Hay otros países europeos con tasas de paro muy inferiores (entre el 2,6% y el 4%), como Dinamarca, Polonia, República Checa, Alemania, Países Bajos o Irlanda.
Eso no quita que los paí-
ses “ricos” debamos ayudar, cosa que podría hacerse dedicando un porcentaje del PIB de cada país “rico” para los países “pobres”.
Vicente Villanueva
Barcelona