El mismo día que en una entrevista Jaume Collboni extiende su nueva cortina de humo para, supuestamente, atajar el incivismo (mucho bla, bla, bla y poco hacer), en el Turó Park me encuentro con que al mediodía dos cívicas ciudadanas pasan de todo y entran allí con sus perros. Los carteles prohíben la entrada de los animales y así se lo indico. Pero nada. Todavía se están riendo de mí. Como si les hablara un selenita en una lengua extraña. Lo mismo pasa en Jardinets de Gràcia, Pau Casals, Piscines i Esports, Can Castelló. Perros por todas partes a pesar de la prohibición. ¿Para cuándo una Guardia Urbana de paisano que multe el incivismo de forma eficaz?
Carlos Ferrer
Suscriptor Barcelona
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