Lo más preocupante durante este vendaval de injusticia en Torre Pacheco es que un partido aceptado en el juego democrático no condene la violencia. Sabíamos que Vox era un sembrador de odio, pero nunca antes habíamos sido testigos de su descaro negándose a condenar actos de violencia física, que tanto recuerdan a pogromos pasados o a las “partidas de la porra” joseantonianas. ¿Por qué no se aplica a este partido la ley de Parti- dos Políticos (ley orgánica 6/2002), que sirvió para sacar de las instituciones formaciones como HB o ANV, con toda la razón del mundo? ¿Acaso no se indica en dicha norma que “se prevé la ilegalización de partidos que promuevan o justifiquen la violencia como medio de acción política”?
Xavier Jordà Sabí
Barcelona