La trampa de la felicidad

“Cuando logre esto, seré feliz. Cuando consiga ese trabajo, seré feliz. Cuando encuentre el amor, seré feliz”. Siempre falta algo. Nunca es suficiente. Todos tenemos estos pensamientos a veces, y se acentúan en esta sociedad que nos vende que, cuanto más rápido escalemos, más felices seremos. Una sociedad que nos dice que todo es posible si nos lo proponemos.

Pero eso es una trampa y sitúa la felicidad en un horizonte que es inalcanzable. A pesar del ruido, no debemos olvidar que, en nuestro interior, somos libres, y ahí tenemos el poder de escoger nuestra actitud ante la vida. Como bien decía John Locke: la felicidad humana tiene más que ver con nuestra disposición ante la vida que con sus circunstancias. El agradecimiento es una práctica, un hábito; nace de nuestra voluntad, y nunca habrá fuerza más poderosa que esa.

Beatriz Caspar Pérez

Barcelona

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