Como una murga de todos los años, los pueblos de veraneo se quejan de que tienen que multiplicar servicios porque hay mucha más gente de la habitual. En el barrio de Sant Salvador, el Ayuntamiento de El Vendrell parece olvidar los deberes y siempre hay el mismo número de contenedores. A las seis de la tarde estos no solo están llenos, sino que rebosan y a sus pies hay decenas de bolsas y cajas acumuladas.
La presencia de más personas y la actividad de todos los restaurantes hacen que el espectáculo al final del día sea realmente desagradable. Animo a los concejales de guardia a que se pasen por las esquinas de las calles Cardener o Llobregat con la avenida Palfuriana y comprueben ellos mismos la magnitud del despropósito.
María Rodríguez Castilla
Suscriptora El Vendrell