Cada año cambian algo en la selectividad: nuevos formatos, nuevas materias, criterios distintos, modificaciones de última hora… Y mientras tanto, somos nosotros, los estudiantes de bachillerato, los que cargamos con la incertidumbre y la presión. Nos piden que seamos responsables, que planifiquemos nuestro futuro y que estudiemos con constancia, pero ¿cómo hacerlo cuando no sabemos qué examen nos espera? Parece que las autoridades educativas no se dan cuenta de la ansiedad que provocan con sus decisiones improvisadas. No somos números ni estadísticas, somos jóvenes que nos jugamos el acceso a la universidad y, con ello, buena parte de nuestro futuro. Estudiar no debe ser una prueba de resistencia y la selectividad debe ser clara. No nos hagan sentir como conejillos de Indias.
Laia Mimoun
Barcelona