Tras leer y escuchar el análisis “Contra las cuerdas” (Política, 13/XII/2025) de Enric Juliana, uno tiene la incómoda sensación de asistir a una partida en la que ya nadie disimula las “cartas marcadas”. La corrupción del Gobierno no aparece como un accidente, sino como un ruido de fondo insistente que se gestiona más desde el relato que desde la ética.
Resulta llamativo (y desolador) cómo el debate político se ha transformado en una coreografía de supervivencia: resistir, ganar tiempo, señalar al de al lado. Mientras tanto, la exigencia de responsabilidades se diluye en un “y tú más” que anestesia a la ciudadanía. Quizá haya llegado el momento de plantearlo: dimitir y dar paso a elecciones. ¿Seguirán los socios sosteniendo este equilibrio precario? ¿No les erosiona también a ellos? A veces,
la regeneración empieza cuando alguien decide dejar el ring.
Ignacio García Álvarez
Barcelona