* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Pocas horas faltan para que este sábado, a las 12.30 horas, empiece a pedalear la prueba ciclista mundial por excelencia; el Tour de Francia, que esta vez da el pistoletazo de salida en la cosmopolita y siempre apetecible Bilbao. Aunque en realidad ese perfume amarillo lleva semanas, incluso meses, inundando la ciudad y sus alrededores.
Entrada al metro engalanada de Tour.
Porque ni decisión ni prueba pueden ser improvisadas, tratándose de un entramado que va tejiéndose minuciosa y, precisamente, a lo largo de los días. Desde el dinero, discutido o no, que la ciudad abona para albergar tan magnánimo evento, hasta el recorrido por el que discurrirán comitiva y ciclistas. Cortes de tráfico, refuerzo de transporte; seguridad…
La Ría de Bilbao en modo Tour.
La arena del reloj cae, quedando ya muy poca, y el perfume amarillo se intensifica, como el de los gigantescos tilos de la Gran Vía, cuando florecen en primavera.
Jardinera decorada del Tour en la Gran Vía.
Por todas partes aparecen las señales, los símbolos, las alertas. Que se convierten en una generalizada invitación a la participación; a la fiesta, al jolgorio.
Actuación en plena calle para animar el Tour a Bilbao.
Una combinación en proporciones estudiadas y acertadas, de deporte, disfrute para ciudadanía y visitantes, y generación de rentabilidad.
Esperando el desfile de equipos del Tour en Bilbao.
De extremo a extremo, la ciudad huele y se ha vestido de tour. Y no solamente porque los bilbaínos bilbaínas y bilbaines luzcan camisetas con topos rojos, ofrecidas gratuitamente por la firma Leclerc y sombreritos naranjas de la autóctona Euskaltel, y también se luzcan al cuello pañuelitos amarillos y a la espalda ikurriñas; sino porque además, el mobiliario urbano se engalana para la inolvidable ocasión.
Merchandising del Tour.
Cintas amarillas y blancas con círculos rojos (espero que todas biodegradables en pro de la tan de boga sostenibilidad), adornan jardineras y bancos. Banderines, lo hacen en farolas y edificios, carteles en comercios, y hay bicicletas por todas partes.
Escaparate con alusiones al Tour en Bilbao.
Tenderetes, desfiles que ocupan las vías del tranvía, pantallas gigantes y tumbonas con logotipo. Una feria temática, actividades para los niños.
Pantallas y tumbonas del Tour en Bilbao.
El Arenal de Bilbao y el Tour de niños.
Y hoteles repletos con precios exorbitados y restaurantes a tope. Y bares con sus barras llenitos de txakoli, cerveza, txikitos y pintxos. Y reporteros y fotógrafos de cualquier parte, buscando la mejor noticia y los mejores ángulos.
Ambiente festivo en torno al Tour en Bilbao.
En definitiva, que nadie se ha querido quedar en casa y que todo el mundo se ha venido hasta aquí; para rodar con el Tour de Francia.
Tres, dos, uno... ¡a pedalear!
Reporteros frente al Museo Guggenheim.
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