El mito de la orientación sexual de Cervantes

Lectores Corresponsales

“Es improbable que el autor de 'El Quijote' vivenciara conflictos homosexuales, no necesita nuevos mitos”

'El cautivo' de Alejandro Amenábar

Una escena de 'El cautivo' de Alejandro Amenábar

REDACCIÓN / Terceros

* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia

Una ventaja inherente a ser español, pero residir fuera de España, es la posibilidad de adquirir un enfoque relativamente liberado de la crispación y las tensiones políticas del día a día del país de nacimiento. En Londres, se puede aprender de la opinión de personas que miran a España con afecto y admiración, desde una perspectiva diversa y ecuánime que se consigue desde la distancia de no estar atrapado en tensiones emocionales poco productivas. Llevo cuatro décadas aquí y todavía me queda mucho por aprender.

Estoy contento por el éxito de público que tuvo El cautivo, de Alejandro Amenábar, en su puesta de largo el pasado 7 de septiembre, en el festival de cine de Toronto. Es importante que la cultura española y la figura de Miguel de Cervantes, como una de sus distinguidas expresiones, tengan una gran proyección internacional.

Amenábar recibió una ininterrumpida ovación del público asistente, durante cuatro intensos minutos. Me sentí feliz con él, a quien admiro y aprecio mucho; su sonrisa era contagiosa. Te envío, Alejandro, mi más cálida felicitación. Sí, como corresponsal ad hoc y lector de La Vanguardia, me estoy tomando la libertad de escribir un artículo híbrido, en el que me dirijo a los lectores y, asimismo, me comunicaré directamente contigo.

Me gustó tu película: tiene encanto, fantasía y belleza escénica y, técnicamente, es pulcra y asombrosa. Merece la pena verla; la recomiendo. Sin embargo, como psiquiatra interesado en la vida real y el desarrollo psicológico y social de Miguel de Cervantes, incluyendo sus relaciones de apego, sus contextos grupales y sus experiencias sexuales íntimas, me quedé con la sensación de que le faltaba algo.

La película 'El cautivo' tiene encanto, fantasía y belleza escénica y, técnicamente, es pulcra y asombrosa. Merece la pena

Varios críticos de cine anglosajones, desde la neutralidad y distancia emocional del experto foráneo, han señalado ese punto débil de tu película y la han tachado de superficial. Un término muy utilizado en las críticas que he leído en inglés sobre la narrativa fílmica es el de hollow [hueca], como si hubiese un espacio vacío dentro de ella. Esto resta significancia y valor a tus sugerencias e hipótesis sobre la creación literaria y la orientación sexual de Cervantes.

A nivel fílmico, sólo he encontrado una película anterior dedicada al autor del Quijote como persona, aunque hay muchas dedicadas a Don Quijote y Sancho Panza. En 1967, dentro de lo que se quiso vender como dictablanda franquista, y como expresión del machismo imperante en la sociedad, el Gobierno contrató al director estadounidense Vincent Sherman para que hiciese una película icónica sobre Miguel de Cervantes.

Julio Peña en una escena de la película 'El cautivo'

Julio Peña en una escena de la película 'El cautivo'

Walt Disney Studios Motion Picture Spain

Por supuesto, Sherman, quien trabajaba en Hollywood, aceptó de inmediato. Se buscaba ofrecer la imagen de un Cervantes con atractivo sexual, como si fuese un James Dean español, y con carácter heroico al estilo del Cid Campeador; es decir, un mito erótico y militar al mismo tiempo.

La película, que se quiso presentar como histórica y verídica, fue pura ficción. De hecho, estuvo basada en la novela de Bruno Frank, a quien no debemos confundir con el boxeador Frank Bruno, titulada Un hombre llamado Cervantes. ¡Y menudo hombre! En la publicidad de la película, se decía el siguiente slogan: “Mil mujeres conocieron sus besos y mil hombres temieron su espada”

En el encargo a Vincent Sherman se buscaba que Cervantes fuera un James Dean español, un mito erótico y militar

Parte del problema es que, a nivel documental o histórico, la vida de Miguel de Cervantes está llena de lagunas. Durante ciento veintidós años después de su muerte, en 1616, fue sometido a procesos de cancelación: un silencio biográfico absoluto, una especie de condena de la memoria, en la que, literalmente, se borró a Cervantes de la historia española, como si él no hubiese existido.

La primera biografía no se publicó hasta 1738 y, para más inri, fue encargada en libras esterlinas por el aristócrata inglés Lord Carteret, quien no podía salir de su asombro acerca del maltrato y la injusticia histórica a la que España había sometido al padre intelectual de Don Quijote. Le dijeron que nadie es profeta en su tierra, a lo que Carteret respondió que hubo muchos profetas en la época de Cervantes.

En efecto, Lope de Vega, su principal rival del Siglo de Oro, tuvo una biografía en vida y otra, muy extensa y grandiosa en 1636, antes de cumplirse el año de su muerte. Otros genios de ese periodo, como Quevedo y Calderón de la Barca, también tuvieron biografías al poco de morir.

De la cancelación de Cervantes se pasó al otro extremo, a la idolatría. Quizá como resultado de un sentimiento de culpa colectivo, las primeras publicaciones biográficas estuvieron basadas en la ficción. No fueron históricas sino biografías noveladas, de carácter hagiográfico: el condenado fue elevado a los altares y se convirtió en San Miguel de Cervantes.

De la cancelación de Cervantes se pasó al otro extremo, a la idolatría. Quizá como resultado de un sentimiento de culpa

La primera biografía documentada no se publicó hasta 1819, por el historiador riojano Martín Fernández de Navarrete. Sin embargo, ante la escasez de documentos sobre la vida personal y las relaciones íntimas de Cervantes, continuó la tendencia inicial de rellenar la falta de información fidedigna con ficción y fantasías, incluso falsificaciones. Se estableció una especie de patente de corso, en la que cualquiera podía decir o escribir lo que le viniera en gana, sin tener que dar cuenta a nadie.

Así, para Adolfo de Castro, Cervantes fue un dechado de virtudes, un héroe moral y militar; sin embargo, para Fernando Arrabal, Cervantes fue un homosexual torturado que ni siquiera participó en la Batalla de Lepanto (ignorando los hechos reales, según constan en las crónicas oficiales de dicha contienda). A lo largo del tiempo, se ha podido debatir y conjeturar sobre la vida del escritor alcalaíno con la misma libertad y falta de rigor con la que a veces se habla del Clásico del fútbol: Barcelona versus Real Madrid.

Amenábar da instrucciones a Julio Peña durante el rodaje de 'El cautivo'

Amenábar da instrucciones a Julio Peña durante el rodaje de 'El cautivo'.

Para Fernando Arrabal, Cervantes fue un homosexual torturado que ni siquiera participó en la Batalla de Lepanto

Al lector le puede interesar este resumen de hechos difíciles de explicar: el primer homenaje de la Real Academia Española (RAE) a Cervantes no tuvo lugar hasta 1861, dos siglos y medio después de su fallecimiento; la primera Sociedad Cervantina en España no se creó hasta 1953, casi trescientos cincuenta años después de dicha muerte; el Gobierno español no abrió el Instituto Cervantes hasta 1991. Y todos los retratos pictóricos de Cervantes (seis hasta la fecha) son falsos, incluido el que cuelga en el salón de actos de la RAE.

Hay más de doscientas mil publicaciones cervantinas, incluyendo biografías modernas y rigurosas como las de Muñoz Machado, Lucía Megías, Astrana Marín, Trapiello, Fernández Álvarez, García López, Donal McCrory, Jean Canavaggio y otros. Sin embargo, a día de hoy, no existe una biografía psicológica, propiamente dicha, sobre la persona de Miguel de Cervantes, escrita por algún profesional de la salud mental, como ha ocurrido con otras figuras universales como Franz Kafka, Emily Dickinson, Virginia Woolf, Sigmund Freud o John Bowlby.

Sí hay cientos de estudios, artículos y ensayos sobre el funcionamiento psíquico de Don Quijote y de Sancho Panza, personajes ficticios a quienes con frecuencia se interpreta como un desdoblamiento de la personalidad de su autor. Pero no es lo mismo. Siento una profunda curiosidad por encontrarme con Miguel, como ser humano, como persona de carne y hueso. Por ello, con la ayuda de IMAYA, una joven editorial interesada en la literatura y la salud mental, he estado trabajando en el novedoso proyecto de escribir una biografía psicológica de Cervantes, desde la mirada del apego. Confío que esté disponible en febrero o marzo de 2026.

Alejandro Amenábar es un director de cine extraordinario, tremendamente inteligente y respetuoso, a quien admiro y quiero. Y, ya sabes, quien bien te quiere, te hará llorar. Con El cautivo, Alejandro, has creado una bella obra de arte. Para muchos, que te adoran, se convertirá en una película de culto.

Lo que has afirmado en varias entrevistas, como la que concediste a La Vanguardia, el 7 de septiembre de 2025, es que tu obra tiene una “enorme base real” y que te parece “probable” que Cervantes haya sido homosexual. En dicha entrevista, Alejandro, también afirmas de Cervantes algo que no es del todo cierto. Dices: “Cuando vuelve del cautiverio de Argel [en 1580], ya se pone a escribir como si no hubiera un mañana”. En realidad, de 1580 a 1586, Cervantes escribió poco. Tan sólo publicó una novela pastoril, La Galatea, publicada en 1585. El lector puede leerte directamente clicando en este siguiente enlace.

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Tras once años de ausencia de Madrid, en primer lugar, más que ponerse a escribir de la manera que tú sugieres, Cervantes estuvo más preocupado por reestablecer los vínculos de apego con su madre, su padre, sus hermanas y hermanos, sus amigos de juventud, y con su maestro y mentor Juan López de Hoyos, quien había publicado sus primeros versos en 1568, cuando ya era Miguel un genio en ciernes como poeta cortesano. En 1569, súbitamente, se dio a la fuga tras herir a un tal Antonio de Sigura, un artista y andante de la corte. Según la mayoría de los biógrafos serios, parece que Sigura dijo algo sobre Andrea, la hermana mayor de Miguel, similar a lo que Marco Materazzi le dijo a Zinedine Zidane en la final del Mundial de fútbol de 2006.

Asimismo, a su regreso del cautiverio, Miguel de Cervantes se dio cuenta de que sus colegas literarios habían medrado y él no pudo recobrar su estatus como poeta cortesano, que había abandonado once años antes. En 1582, solicitó ir a trabajar a América (no a la Argel que, en la película El cautivo, tanto le impresionó). Su solicitud fue rechazada, y tuvo desde 1582 una relación sexual apasionada con Ana Franca. Fruto de esta relación nació, en marzo de 1584, Isabel, la única hija conocida del escritor. 

En diciembre de ese año se casó Cervantes con Catalina de Salazar, quien fue su figura de apego primario durante su explosión literaria, en los últimos dieciséis años de su vida (1600 a 1616). Antes, de 1587 a 1600, Cervantes trabajó como funcionario para la Corona y su actividad literaria fue casi nula. La primera parte del Quijote, se publicó en 1605, las Novelas Ejemplares en 1613 y la segunda parte del Quijote en 1615.

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Esa es la cronología real. Por supuesto, los cinco años de cautiverio (1575-1580) le dejaron huella, como también le dejaron huella otras muchas experiencias que tuvo durante casi siete décadas de existencia. Te puedo decir, con confianza, que la creatividad literaria de Miguel de Cervantes fue resultado de múltiples experiencias interiorizadas a lo largo de toda una vida. Él tenía muchas historias que contar, como de hecho hizo, no sólo sobre los cinco años de esclavitud en Argel. Por lo tanto, has ignorado muchos elementos históricamente relevantes. De ahí que algunos críticos anglosajones lo hayan mencionado en sus valoraciones.

Puedo ver una buena intención en tu tesis, que da titular a la entrevista de La Vanguardia: “Mi película sobre Cervantes será un termómetro de la homofobia en España”. Dicho esto, me gustaría comentarte que dejar caer que es probable que Cervantes fuese homosexual, cuando en realidad es muy poco probable, no ayuda a combatir la homofobia y puede confundir a algunos. Sí, claro, en situaciones de cautiverio no es infrecuente agarrarse puntualmente a cualquier afecto o intimidad que esté disponible, sea del sexo que sea. Pero eso, y creo que estarás de acuerdo conmigo, es distinto a tener una orientación sexual determinada.

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La homofobia se combate con educación sana y docencia de calidad, explicando en colegios, universidades, clínicas y demás organizaciones sociales que la homosexualidad no es patología, que no es pecado, que existe en la naturaleza no sólo en la especie humana, sino en otras muchas especies de animales.

Te puedo decir que muchos psiquiatras hemos luchado para suprimir etiquetas patologizantes, como lo llamada homosexualidad egodistónica, una de las muchas palabrotas que se han utilizado en las clasificaciones de las enfermedades, y que la Organización Mundial de la Salud no eliminó de sus listas hasta el año 2019. Ya ves, las cosas de palacio van despacio; se han conseguido avances, pero queda un largo camino por recorrer.

Te agradezco que en la entrevista hayas sido honrado y hayas afirmado que en tu película has volcado mucho de ti mismo. Es loable que hayas reconocido ciertos conflictos que has vivido con tu propia sexualidad. Pero es improbable que Miguel haya vivenciado los conflictos de quienes, como tú dices, os declaráis homosexuales. Cervantes tiene bastantes mitos asignados. No necesita nuevos mitos, sino más rigor histórico.

Ahora me despido, deseando lo mejor para ti personalmente y un gran éxito para tu película. Te enviaré un ejemplar de mi libro, titulado El apego en Miguel de Cervantes: Una biografía psicológica. Creo que te gustará mucho leerlo. Hasta pronto; con gratitud; con afecto.

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